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Evas al Sur: blog de la mujer cienfueguera

Sangra aún la herida de la injusticia



Aida y su esposo navegaron en aquellos días en un mar de angustia e incertidumbre"Aquel día, 6 de octubre de 1976, escuché algunos comentarios en la calle, pero qué me iba a imaginar yo lo que estaba pasando. Cuando llegué a mi casa me extrañó ver unas cuantas personas. Sonó el teléfono. Al ver el rostro contraído de mi esposo descolgué la extensión y sólo escuché: 'me parece que en el avión venía El Niño' ".
Así recuerda Aida Domínguez la voz de su nuera, una voz entrecortada que presagiaba la trágica muerte de su hijo Eusebio Sánchez, sobrecargo internacional del avión de Cubana que detonó en el aire ocho minutos después de su escala en la terminal aérea de Seawell, en Barbados.
"Estuvimos 20 días en La Habana, fueron los más largos de mi vida. Ahora veo las cosas más claras, pero en aquellos momentos teníamos la esperanza de recuperar su cuerpo. Fue algo horrendo, hasta hoy sentimos la misma angustia del primer día".
Repasar los gratos recuerdos de "Eusebito" borra de su rostro la expresión de angustia. Ahora está más calmada y comparte con nosotros las vivencias retenidas en su memoria.
"El Niño, como le decíamos aquí en la casa, era un muchacho alegre, bailador, juguetón y muy maldito. No pasaba un día sin que nos hiciera una de sus travesuras. Sin embargo nunca nos defraudó. Él era de ese tipo de hijo del cual los padres siempre están orgullosos, era una eminencia en la escuela y su vida laboral fue exitosa".
Eusebio Sánchez DominguezTodas las opiniones coinciden, el apego a la causa revolucionaria del joven Eusebio comenzó siendo pionero. Desde entonces y hasta el día en que lo asesinaron, su posición fue una: la de vanguardia. En sólo 25 años resultaron incontables los méritos acumulados como presidente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) y como miembro de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
Por sus extraordinarias virtudes y fecunda militancia, resultó elegido delegado al ll Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas y candidato al X Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, celebrado en Berlín (1973). Durante su corta vida laboral también cumplió varias misiones internacionalistas en Angola y realizó importantes vuelos ejecutivos. Para retribuir su destacada e incansable participación en la construcción del socialismo, fue condecorado con la medalla XX Aniversario.

¿Qué le indigna más de este abominable atentado?

"Primero la premeditación. Esos cuatro criminales lo planearon todo y dos de ellos viajaron junto a la tripulación. Con toda la calma y la sangre fría del mundo pusieron las bombas, bajaron del avión y se hospedaron en uno de los hoteles más lujosos de Barbados.
"Todavía me afecta mucho imaginar a mi hijo indefenso. Paso noches pensando en la terrible forma en que murió, sin posibilidades de hacer nada para salvarse en un momento tan duro, de tanta incertidumbre…y esos asesinos sueltos todavía".

¿Cómo sería la vida de su familia si Eusebio estuviera vivo?

"La perfección. Era muy buen hijo y no lo digo por lo que le pasó. Él nos cuidaba, nos educaba y había que ver la ternura con que nos calmaba cuando le pedíamos se cuidara en esos vuelos. ¿Sabes qué respondía?, con una tranquilidad increíble siempre repetía lo mismo: 'no se preocupen, uno muere dondequiera, lo importante es hacerlo con dignidad'. Si no lo hubieran asesinado yo no estuviera así y su papá no habría muerto".

¿Entonces su esposo también es víctima del terrorismo?

Momento en el que le imponen a Eusebio la medalla XX Aniversario"Sí. Lo digo donde sea. Mis dos Eusebios eran iguales de entusiastas y revolucionarios. Ya saben cómo perdí al hijo. El padre murió de tristeza, lentamente. No pudo soportar la pérdida. Lo recuerdo dando golpes en la pared y llorando de la impotencia. Su cuerpo enfermó poco tiempo después. Padeció una enfermedad irreversible durante 25 años, que lo postró en una silla de ruedas. Esos degenerados no nos pagan ni con su muerte".
Aida continúa hablando. Reflexiona sobre el dolor esparcido en el planeta a causa del terrorismo y de la impunidad que disfrutan Posada Carriles y sus cómplices. Todavía le quedan esperanzas. Está convencida, un día los culpables de la siniestra conspiración que truncó la vida de 73 personas inocentes serán condenados.
María Emilia Sánchez, la hermana mayor de Eusebio, escucha atenta nuestra conversación. Además de perder a su padre y a sus dos únicos hermanos, una enfermedad le arrancó el don de la palabra. Sin embargo, el silencio no impide nuestra comunicación. Cuando le pregunto sobre Eusebio, se emociona. Sus ojos se abren hasta inspirar temor. La cara se contrae toda. Las manos van constantemente de la cabeza hasta el pecho, que aprieta al punto de estrujar su ropa, cada gesto exterioriza uno a uno sus pensamientos.
Aida, quien mejor la comprende, vuelca en palabras sus sentimientos: "Cada vez que veo un avión me impresiono mucho y recuerdo la forma en que murió mi hermano, estaba desamparado, no pudo hacer nada para salvarse. Son 30 años llorando su muerte, esperando el encierro de esos hombres malos. Quisiera que los condenaran ya".

COMPAÑERO EN LA AUSENCIA

Mauricio Cabrera SarríaMauricio Cabrera Sarría fue el mejor amigo de Eusebio Sánchez Domínguez cuando ambos compartían juventud y ansias de horizontes nuevos. En la sala de su casa tiene reservado un lugar especial para la foto del compañero de mil aventuras, quien a pesar de la ausencia, sigue siendo su más fiel compañero.
"Nosotros nos conocimos cuando éramos apenas unos muchachitos. Desde entonces cultivamos una gran amistad; pero nos compenetramos mucho más cuando estudiamos juntos en séptimo grado.
"A Eusebio se le podía comparar con un imán. Yo le decía 'lo tuyo es alegría natural', porque no necesitaba tomar ni fumar para divertirse. La gente lo seguía, era muy aceptado por su forma de ser, alegre y serio a la vez.
"Recuerdo ahora una anécdota muy importante para mí porque me enseñó mucho en la vida. Un día faltó el profesor del último turno. Yo había ido al baño y no escuché cuando el director le pidió que mantuviera la disciplina del grupo hasta que tocara el timbre. Yo llegué haciendo de las mías, conversando, riéndome y me sacó del aula sin miramientos. Lo esperé en el parque. Una vez frente a frente le reclamé porque se suponía que éramos 'socios'. No se exaltó. Me convenció de mi error y explicó su actitud. Comprendí todo lo que me dijo y desde entonces fuimos mejores amigos aún".
Cuenta Mauricio que Eusebio era bueno en todo y le aguardaba un gran porvenir.
En la Escuela al Campo no permitía bajo ningún concepto que su brigada fuera la última. Como deportista también hizo lo suyo en la pelota y el fútbol.
"Le puedo contar otra situación que ilustra características de su personalidad. A principios de 1968 lo llamaron al Servicio Militar. Nunca dijo que era asmático crónico. Cuando el médico se dio cuenta comenzó a darle pases, hasta que una comisión facultada para ello le dio baja.
"¿Sabe lo que hizo?. Regresó para su Secundaria. Como ya se estaba acabando el curso le pidió al director la posibilidad de presentarse a los exámenes extraordinarios. Los profesores lo ayudaron, pero había que ver cómo estudiaba para por fin aprobar y no quedarse atrás".

¿Qué sucedió cuando le dieron la noticia del atentado?

"Me enteré por la noche. Salí cuanto antes para La Habana. Estaba muy confundido. Como no tenía información completa de lo sucedido me esperanzaba la idea de que sólo pudiera ser un aterrizaje forzoso o algo así. La ansiedad me hizo trampas, al punto de confundir la casa donde había pasado tantos momentos agradables. Reaccioné. Caminé otro poco y por fin tuve frente a mí la realidad.
"Allí, además de todo el dolor, tuvimos que soportar ofensas por teléfono. Gente inescrupulosa y contrarrevolucionaria llamaban insultándonos, riéndose y disfrutando con nuestro sufrimiento. Era inconcebible, pero de ese tipo de gentuza se puede esperar cualquier cosa".

¿Cómo crees que hubiera reaccionado Eusebio si llega a conocer de antemano lo que iba a suceder en el avión?

"Se los come, no lo dude. Yo lo vi fajarse a los piñazos con un hombre grandísimo cuando tenía 15 añitos. Su posición ante las injusticias siempre fue la misma. Quien mata por la espalda y lo hace a cambio de dinero, tiene las manos tan sucias como la mente".

ISIS, LA EVOCACIÓN DEL PADRE

Al término de la conversación, Mauricio habló sobre la niña de Eusebio. "Isis se hizo sola, afirmó. Pienso que tiene muchas cosas de su padre y por eso ha salido adelante".
Nuestro contacto con ella fue telefónico. Sin embargo, no tuvo objeción de contarnos sus impresiones sobre los hechos.
Isis Tamara Sánchez Zurbarán, la hija de Eusebio, a los seis años de edad"Todos dicen que yo tenía cinco años cuando mi papá murió. Yo insisto, todavía no los había cumplido. El 6 de octubre falleció, el 7 celebraríamos su cumpleaños y el 8, el mío. Uno nunca llega a superar algo así, me lo arrancaron de pronto.
"Puedo decir con toda seguridad que tuve un padre excelente, cariñoso y preocupado. Siempre tenía tiempo para mí, aunque estaba divorciado de mamá. Mi educación le preocupaba en demasía y me lo hacía saber. Los recuerdos en mi mente son vagos, pero no borran su buen comportamiento conmigo".

¿Qué recuerdas de aquellos días?

"Como niña al fin sólo percibí un cambio en la situación dentro de mi casa, las personas estaban nerviosas, pero yo no comprendía absolutamente nada. Mi mamá no sabía cómo darme la noticia. Me dijo que mi papá estaba enfermo en el hospital y no vendría a verme.
"En realidad me enteré en la calle y en la escuela, porque las personas se me acercaban y hacían comentarios al respecto. No podía discernir ni tener conciencia a esa edad de lo que significa la muerte. Me tomó cuatro años comprender que nunca lo vería otra vez".

¿Cómo imaginas tu vida a su lado?

"Bien diferente. Su ausencia me acompaña todavía y con seguridad es lo que más me ha afectado en toda mi vida. Tuve un padrastro muy bueno, nos ayudó mucho y se lo agradezco, pero nunca es igual. Nada ha suplantado el amor que me dio mi papá en tan poco tiempo".

¿Qué sucede cuando escuchas los nombres de Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, Freddy Lugo y Hernán Ricardo?

"Se me revuelve la vida. Confío en que algún día se haga justicia...".
No pudo decir más, realmente no hizo falta. Aunque le hubiesen contado la verdad era imposible que la mente de una niña advirtiera que a su padre lo habían asesinado de una forma tan vil y por dinero. Menos probable aún sería comprender que los matones a sueldo andaban libres e impunes.
No fue la casualidad ni el azar quienes pusieron ante Posada y sus cómplices el avión de Cubana para llevar a la práctica su tétrico plan. Bien premeditado lo tenían. Era un vuelo saturado de personas con un historial similar al de Eusebio, repleto de valiosos patriotas, al cual habrían de sabotear en sus continuos afanes de poner fin al nuevo sistema social en la Isla.
Todo un pueblo acompañó a la familia Sánchez Domínguez en su dolorPara nadie es un secreto, estos sicarios no actúan solos. Tienen respaldo total del gobierno de los Estados Unidos, financiados y entrenados por la CIA. La misma que irónicamente se proclama antiterrorista. La misma que condenó a los Cinco Héroes cubanos. La misma que ha planificado la desaparición física de nuestro Comandante en más de 600 ocasiones. La que puso fin a la vida del joven italiano Fabio di Celmo en uno de nuestros hoteles. Esa que, junto a la mano armada de la Fundación Nacional Cubano Americana prendió fuego en el auto del cineasta Angelo Rizzo, después de filmar una película para ellos "incómoda", por revelar detalles de la muerte del joven Fabio.
No es venganza lo exigido por Cuba, un país fustigado por el terrorismo. Es justicia a lo que aspira nuestro pueblo ante tan cobardes acciones. El crimen de Barbados es una herida abierta en la piel de los cubanos; hoy continua sangrando, y sangrará hasta que los culpables paguen por ello.

Suman 543 los vuelos registrados hasta en sus más singulares pormenores en el diario de Eusebio Sánchez Domínguez. En la última de las anotaciones, fechada el 19 de septiembre de 1976, el joven sobrecargo del vuelo CUT-1201 de Cubana apuntó: "… estuve por primera vez en Montreal, Canadá (…) conocí la forma capitalista que impera allí, una manera inteligente que explota a los hombres, de idealizar un sistema que en verdad es imperialista y difiere del socialismo: ser justo, sincero y humano". Lejos estaba de imaginar este sencillo cubano que 17 días más tarde él y otras 72 personas perecerían a manos de asesinos pagados por el mismo régimen imperialista, que 30 años después, se empecina en impedir que se haga justicia contra los criminales confesos del abominable acto.

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