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Evas al Sur: blog de la mujer cienfueguera

Los símbolos de mi ciudad y datos generales

Los símbolos de mi ciudad y datos generales

La bandera de Cienfuegos

 

Fue diseñada, pintada y bordada por la primera poetisa nacida en Cienfuegos, Clotilde del Carmen Rodríguez López, para su amigo Germán Barrios Houard, cuando los cienfuegueros secundaron la guerra de Yara en febrero de 1868.


Está formada por tres franjas verticales, azul la primera de ellas, blanca la segunda y roja la tercera, como las de la bandera francesa, recordando el origen galo de Fernandina de Jagua.


Pero, sobre este fondo tricolor, tiene algunos símbolos que las diferencian: En la franja azul, una cruz equilátera blanca que recuerda la religión cristiana; en la blanca, el escudo local y en la derecha aparecen tres triángulos rojos con una estrella blanca en el centro, didimulados por dos blancos que los flanquean.
 

    El Escudo

Escudo de Cienfuegos.Es cuadrilongo y está dividido en dos cuarteles. En el superior, sobre el campo azul, aparece el frente dorado del Castillo de Jagua, y en el inferior, sobre el campo de plata, una jagua en producción; lo rematan una corona mural de cinco castillos y dos ramos laterales de laurel.


Este símbolo fue diseñado por Don Agustín de Santa Cruz en 1831, y fue adoptado por nuestro Ayuntamiento el 4 de julio de 1848 al serle concedido a la Villa de Cienfuegos el derecho a usar escudo de armas por la Real Orden de Isabel II del 2 de abril anterior.

 

Su lema: Fe, trabajo y unión, en latín: Fides, Labor et Unió, fue adoptado por los fundadores en la mañana del 22 de abril de 1819.
 


 

Nuestro Himno

El himno de Cienfuegos fue compuesto por el músico español José Mauri con motivo del primer centenario de la fundación de la ciudad en 1819.


Este himno lo interpretó por primera vez la Banda Municipal de Cienfuegos en la noche del 9 de abril de 1919, en la velada del teatro Terry, donde fue cantado después por el Orfeón anexo a la Sección de Filarmónica de la Asociación de Dependientes y al terminarse el acto volvió a cantarlo en el Parque ante el Monumento de Martí y después se interpretó en cada uno de los eventos que se efectuaron durante aquellos festejos.


Fragmentos del Himno:

En tu escudo, Cienfuegos, aún brillan
las palabras de austera virtud
con el prócer del Jagua ha mimbrado
tu blasón y la historia de luz.

Almas libres de América, ardiendo
en afanes de liberación
empapando de sangre la tierra,
libres fueron con sólo su unión.

Y así, noble, abérrima y libre,
siempre ansiosa de paz y de amor,
por la clara visión de sus hombres
es Cienfuegos la amada del sol.

 

La marilope, flor de Cienfuegos

 

 

Mi ciudad

Cienfuegos es la ciudad cubana más importante de cuantas se fundaron en el siglo XIX, y por su reciente construcción resulta la más moderna y mejor trazada de las grandes ciudades isleñas, y llegó a ser, al decir del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, el Comandante en Jefe Fidel Castro, "La de mayor auge industrial del país" durante los años de Revolución.
Está situada en la orilla noroeste de la bahía que lleva su nombre, y que comparte con uno de los complejos portuarios más importantes del Caribe.
Es cabecera de la provincia homónima. Ésta ultima se encuentra ubicada entre los 21 grados y 22 segundos, y los 23 grados y 35 segundos de latitud norte, y los 80 grados y 20 segundos, y los 81 grados y 10 segundos de longitud oeste. Ocupa el 3,77 por ciento de la superficie de Cuba (o sea, 4 177,2 kms. cuadrados), y limita al sur con el Mar Caribe, al norte con la provincia de Villa Clara, al este con la de Sancti Spíritus y al oeste con la de Matanzas.
La temperatura promedio provincial es de 26 grados centígrados; las temperaturas máximas registradas en el verano oscilan entre 31 y 33 grados Celcius, pero los inviernos son suaves, por la cercanía de las masas de agua, registrándose mínimas oscilantes entre 18 y 21, que pueden llegar hasta 10-13 grados, bajo la influencia de frentes fríos, y las máximas entre 21 y 24.
El promedio anual de precipitaciones es de 1 400 mms., aunque en años muy lluviosos ha llegado a los 1 800 ó 2 000 mms.; la humedad relativa promedia el 77 por ciento.
Los vientos soplan en la madrugada en una dirección Estenordeste, y las brisas (de 11 a.m. hasta aproximadamente las 5 p.m.) del Oestesuroeste, entrando desde la bahía. De tal manera, nuestro clima es templado.
La bahía de Cienfuegos tiene una longitud norte-sur de 22 kms. y un ancho de dirección este-oeste de 13 kms., con una extensión aproximada de 90 kms. cuadrados. Alrededor de ella se encuentra el territorio provincial.
Entre pleamar y bajamar, la diferencia del nivel del mar es de una media de 0,25 metros, con máximas de 0,40.
Pese al predominio costero de la zona, las penetraciones del mar son poco factibles, y en todo caso ligeras. Existe la presencia de una fosa de gran profundidad frente al litoral caribeño de la provincia, el que, además, es bastante alto; la interposición de una bahía de bolsa, con un sinuoso canal de 3 kms. de longitud que la une con el Mar Caribe, y que solamente permite la entrada de unos miles de toneladas de agua en pleamar (se necesitan 20 días para que se intercambie toda su agua con el mar exterior), resultan una sólida protección contra estos accidentes.

Uso del litoral interno:
                                                Uso Kms.        %
1.- Reserva natural                        39,1           43,4
2.- Turístico-recreativo                  11,3           12,5
3.- Marítimo-portuario                    10,7           11,9
4.- Industrial                                5,4             6
5.- Pesquero                                  2              2,2
6.- Agrícola                                  3,8             4,2
7.- Indeterminado                         20,7            23

El de Cienfuegos es el segundo Complejo Portuario del país, luego del habanero, y el más importante de nuestra extensa costa sur. Da aliento a una de las más modernas y prósperas provincias de la nación, con un futuro promisorio merced a su impresionante parque industrial, a sus excelencias naturales y al desarrollo de sus fuerzas productivas. Por eso atrae las sedes centrales de las más importantes empresas, como la Telefónica o la Eléctrica, o de otras de la comercialización, como CIMEX S.A., ITH, etc.
En sus tres centros universitarios se forman jóvenes latinoamericanos, africanos y mediorientales; solamente su Facultad de Ciencias Médicas gradúa al año más profesionales que la Universidad de La Habana antes de 1959, por citar un ejemplo. La Revolución hizo justicia a la pujanza y riqueza de nuestro territorio, y como dijera recientemente en la gran plaza de la ciudad nuestro máximo líder, el Comandante en Jefe Fidel Castro: CIENFUEGOS NUNCA HA FALLADO.

LA GÉNESIS DE UN NOMBRE

El nombre inicialmente escogido para la urbe fue el de Fernandina (por el rey español Fernando VII) de Jagua (nombre aborigen). Más tarde, en 1881, se nos entrega el título de ciudad, en honor a Don José Cienfuegos, Capitán General de la Isla en los momentos de nuestra fundación, y quien tantos buenos oficios brindara para facilitar su existencia.

COSMOGONÍA DE LA REGIÓN

La cita más antigua que se refiere a nuestra zona se ahínca precisamente en la cosmogonía indígena. Los aborígenes rendían culto a Huión, el sol, y a Maroya, la luna, como padres que eran de sus dos principales deidades.
Según su concepto, Huión, deseoso de tener quien lo adorase, había creado a Hamao, el primer hombre, siendo imitado por Maroya, quien hizo a Guanaroca, la primera mujer.
Ambos humanos vivieron idílicamente hasta que les nació Imao, captor de los mimos de su madre, al punto de provocar los celos del esposo.
Un día, no creyendo resistir más, Hamao llevó al crío al bosque y lo ocultó en un güiro, y lo colgó en lo alto del árbol de la Jagua, dejándolo morir de hambre y frío. Guanaroca noto su ausencia y corrió a buscarlo infructuosa y desesperadamente, llamándolo en vano. Iba a caer rendida por la fatiga cuando el grito de un pájaro negro la hizo levantar la cabeza y descubrirlo todo; el güiro se le deshizo en las manos, y fue tanto su llanto que inundó el valle, formando la bahía. Del güiro también brotaron jugos, tortugas y varios peces sagrados. El mayor de los animales no pudo arrastrarse mucho, y se quedo varado sobre la playa recién hecha, formando la península de Majagua, donde milenios después se fundara la ciudad; otros quelonios llegaron más lejos, y también se cansaron, varándose todos de una vez y por todas, constituyéndose así en los cayos que hoy besa el mar. Los peces formaron a su vez los ríos Salado, Damují y Caunao.
Más tarde esta pareja tuvo otros hijos, el mayor fue Caunao, cacique de los hombres y dueño de las tierras y del río, al que Maroya un día, pasando un rayo azul a través de un rezumado fruto de Jagua, le diera compañera, y a la que él, confuso y agradecido, pusiera el mismo nombre.
Guanaroca, por haberse engendrado desde el cielo, sólo tuvo varones, y Jagua, hija de dos hembras, una de ellas atada a la tierra, sólo madres, de tal manera que así fue en el inicio.

CUANDO LLEGAN LOS PENINSULARES

Aunque la tradición popular indica una primera visita de Colón durante su segundo viaje a la Isla, el primer reporte debidamente certificado de nuestra geografía, después del "descubrimiento", la realizó el enviado del gobernador de Santo Domingo durante su primer bojeo a Cuba, el español Sebastián de Ocampo, y se remonta a 1508.
Inicialmente, la explotación del oro de aluvión y la presencia de mano de obra para extraerlo, fueron el leit motiv para el asentamiento de la primera población blanca, sumándosele, en la medida que las reservas se agotaron, el contrabando marítimo. A lo largo de más de tres siglos se fueron conformando latifundios ganaderos y pequeñas haciendas agrícolas, con alguna otra actividad de subsistencia, sobresaliendo entre los primeros el Hato de Juraguá y los corrales de San Mateo, pero a finales del siglo XVIII la producción de azúcar comienza a incrementarse, y también ganan importancia la cera y la madera.
Tal magnitud alcanzó el comercio ilícito, especialmente a partir de que se instalan los ingleses en Jamaica, que Felipe V envía tropas a defender sus costas y ordena al Capitán General de la Isla, Don Francisco Güemes y Horcasitas, la construcción de obras de defensa militar.
La fortificación comienza desde 1733, ampliándose posteriormente en 1742, siempre a cargo del ingeniero Don José Tantete, llegando en su época a ser la tercera de la Isla, aventajada solamente por los morros de La Habana y Santiago, y considerándosele inexpugnable. De hecho nunca fue tomada, derrotando los mismísimos esfuerzos del Generalísimo de nuestra independencia, Máximo Gómez.
Su primer comandante destacado fue Don Juan del Castillo Cabeza de Vaca, quien trajera el primer ingenio de azúcar a la jurisdicción. La inicial guarnición fue de 100 hombres y diez cañones.
Terminado el castillo, el rey ordenó la fundación de una ciudad y el traslado hacia ella de los pobladores de Trinidad , a lo que los mismos se negaron.

FUNDACIÓN

Alrededor de 1512, año en que vinieron a residir a orillas del río Arimao Fray Bartolomé de las Casas y su amigo y socio de encomiendas, Pedro Rentería, la población de la zona era exigua, y así lo siguió siendo hasta que Don Luis Juan Lorenzo Declouet y Piettre, natural de Nueva Orleans, Coronel de los Reales Ejércitos, Caballero de las Reales Órdenes de San Hermenegildo y de Isabel la Católica, y agregado del Estado Mayor de La Habana, solicita el 1ro. de enero de 1819, permiso para fundar una villa junto a nuestra bahía, al Capitán General de la Isla, Don José Cienfuegos, y al intendente de Hacienda, Don Alejandro Ramírez.
El día 8 de marzo se verifican los contratos y permisos, y el 22 de abril de dicho año se funda la misma con 40 familias de colonos franceses procedentes de Burdeos, de la colonia que ese país tenía en Guarico, Santo Domingo, y escasos naturales de otras localidades, a los que no tardan en sumarse los españoles ya presentes en la zona, llegando tan sólo un año más tarde a los 280 habitantes, y sobrepasando los 10 mil una década después, cuando el rey nos entrega el título de villa, con derecho a usar escudo de armas.
Se le trazó de acuerdo a las llamadas Leyes de Indias: una ciudad de cuadrícula reticulada, como un tablero de ajedrez. El conjunto urbano se fue constituyendo con líneas de fachadas corridas, de altura casi constante y abundantemente ornamentada con amañados cánones neoclásicos, reservándose los portales para las principales plazas y avenidas, donde las edificaciones resultaron especialmente suntuosas, con profusión de miradores y cúpulas de romántico aspecto.
Habiendo ya un núcleo de importancia, se subordinaron a él las comarcas de Camarones, Ciego Montero, Yaguaramas, San Antón, Limones y parte de San Felipe de Cumanayagua.
Marcada para triunfar (su primer emporio industrial había sido un ingenio cuya instalación data de 1751), los quince años subsiguientes a la fundación estuvieron caracterizados por un espectacular proceso de origen y acumulación de capital, paralelo al más violento boom azucarero que recuerda el país, sin que pueda decirse que los otros productos agrícolas que ya contaban con alguna tradición, junto al café y el tabaco, dejaran de jugar un importante papel, así como el incipiente desarrollo comercial acorde con las circunstancias.
Considerada progresivamente más importante, en 1825 se instala aquí la Comandancia de la Marina y se habilita totalmente el puerto, quedando como su primer capitán el ciudadano local Don Felix Bouyón. El primer hospital (militar) con cabida para 104 enfermos se había abierto en el '24, aunque en el mismo convoy fundador había llegado nuestro primer médico, el licenciado Domingo Mongenié de Norié; del '32 nos data el alumbrado público (a trece años de la fundación), contemporáneo con el edificio de la iglesia parroquial, que sería remodelada a partir de 1846, para convertirse finalmente en la tercera catedral de Cuba, cuando sólo Santiago y La Habana contaban con semejante distinción.
En el '34, ante la continuada afluencia de inmigrantes franceses, se constituye aquí el viceconsulado de esa nación en Cuba, siendo ésta hasta hoy la tercera ciudad que más representaciones diplomáticas ha ostentado en el país. En 1839 se construye su primer cementerio; en el '43 el primero de los varios, concurridos y renombrados teatros que en poco tiempo habrían.
En 1848 se comienza a instalar el ferrocarril, inaugurando tres años más tarde el primer tramo hasta Palmira, la municipalidad contigua. En 1869 se instala el primer banco internacional, y en 1874 se inaugura el acueducto.
Por citar un ejemplo del ritmo de progreso, diremos que a los 25 años de fundada instauró su primera imprenta, y al día siguiente, su primer periódico, "El puerto de Cienfuegos", y cien años más tarde ya habían dejado fe de su existencia 253 publicaciones seriadas con sede en la ciudad, sin contar las de los pueblos adyacentes.

A PRINCIPIOS DE SIGLO

A principios de siglo las mayores poblaciones de Cuba eran: La Habana, con 546 782 personas; Holguín, 138 929; Santiago, 105 753; Camagüey, 62 250; Cienfuegos, 50 250 (75 por ciento más que la cabecera provincial), y Matanzas, 44 278. Pero los desmanes de los gobiernos de turno, y la comprensible exclusión durante el trazado de la Carretera Central, sumado a las sucesivas recesiones económicas que sufriera el país, relegaron nuestras posibilidades y tardamos mucho tiempo en reponernos.

CIENFUEGUERIDAD Y GEOGRAFÍA, LAS CLAVES DEL ÉXITO

Poco después de establecida nuestra villa, ya era punto de entrada de cuanto abastecía a la región de Villa Clara, casi todo el territorio central; y a lo largo de todas las épocas se ha considerado la existencia de su puerto como la base de todo el desarrollo alcanzado en los tiempos sucesivos (hasta la construcción de la Carretera Central) en la región.
No se puede negar que si bien el donaire de nuestra gente, conscientemente marcado por su ascendencia tanto en su preocupación por el progreso, su insistencia emprendedora, su espíritu empresarial, su mente abierta y progresista, su autoexigencia, su gusto casi atildado por la excelencia, y también, por que no, por los placeres moderados de la vida, como la buena mesa o el buen vestir; si bien ese orgulloso don de gente ha determinado nuestro continuo resurgir ante los avatares que ha sufrido una y otra vez nuestro progreso -como la momentánea paralización de nuestras mayores industrias ante la disolución del bloque CAME, digamos-, un factor muy decisivo lo ha sido para nosotros el respaldo de nuestro inmejorable puerto, cimentado hace ya casi dos siglos con pilares de ácana durísima por los padres de nuestra patria chica, y hoy fundidos en recio hormigón por la obra de la Revolución, y que siempre ha predispuesto favorablemente los designios de la "barriga" de este caimán que es Cuba.
Desde entonces, habiendo estado nuestra vida ciudadana profundamente vinculada a los barcos y al mar, casi pudiera decirse de nuestra prosperidad, que la debemos al negocio de la nostalgia, y esos adioses y bienvenidas han calado en la psicología de nuestra gente, capacitándola sobremanera para el fácil querer, y dotándola de una infalible memoria para los amigos.
Si un día te decides, o si tus velas sienten el cansancio, ven a descansar tu quilla en nuestras arenas, como los españoles y franceses que hace casi medio milenio plantaron su bandera, y todavía no se fueron.

CURIOSIDADES LOCALES

Si tenemos en cuenta la diametral importancia del proceder religioso de la época, es notorio entonces que fuera en nuestra zona donde se celebrara la eucaristía por primera vez en Cuba, durante el segundo viaje de Colón, anclado en la desembocadura del río Arimao, una de las primeras celebraciones que se llevaran a cabo en América, y donde se erigiera la primera construcción religiosa por Alonso de Ojeda en Macacas o Manacas (actualmente santuario nacional de San José), y quien naufragara cerca de nuestras costas alrededor de 1510.
Fue en nuestra bahía, en Cayo Ocampo, único de cuantos hay en el bolsón de la bahía que se encontraba habitado a la llegada de los españoles, donde Diego Velázquez firmara en 1510 la orden de fundación de Trinidad, Sancti Spíritus y demás primeras villas; y el mismo partió de aquí para fundar Santiago de Cuba, por lo que casi puede decirse que allí radicó por esos días la primera capital del futuro país, lo que se repitió durante la toma de La Habana por los ingleses, cuando la fortaleza de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua sirvió de punto de concentración y de Estado Mayor de campaña a las autoridades españolas en estampida, que en ella fraguaron planes de resistencia y reconquista, volviendo a estas tierras, por segunda vez, al menos simbólicamente, la dignidad metropolitana.

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