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Evas al Sur: blog de la mujer cienfueguera

ROSALINA ACEBAL ARMAS: Cuenta sus hijos por cientos

ROSALINA ACEBAL ARMAS: Cuenta sus hijos por cientos

 La condición de madre y enfermera vino a fungirse en una noche sin estrellas. La luz del farol fue suficiente compañía para que Rosalina, de 17 años, trajera al mundo a unos de sus primeros bebés. Aún se desconoce, según precisiones de algunos amigos, la cifra exacta de cuántos han salido de su “vientre”.
  “Llevó 39 años dedicados a los niños. Imagínate en ese tiempo cuántos he parido y criado. A veces uno llega a saber hasta porqué lloran y los reconoces fácilmente. Convives con ellos. Hay que saber ser madre y enfermera, ambas profesiones, por decirlo de algún modo, requieren de un inmenso amor y de una calidad humana excepcional”, asegura Rosalina Acebal Armas, licenciada en Enfermería y especialista de Neonatología, en Cienfuegos.
   A pesar de que aquellos años de juventud ya pasaron, esta cienfueguera insiste en volver a los lomeríos. “Ahora estoy en la espera de mi última misión. No sé cómo voy a dejar a mis niños, pero quiero brindar mis conocimientos a otras naciones. Aquí hay un relevo bueno y eso me reconforta. De todos modos será como volver a Crucecitas.
  “Era 1969 cuando me alistaron para asistir a pacientes en el Hospital de Crucecitas, ubicado en las entrañas del Escambray cienfueguero. Eso fue una gran escuela. Allí aprendí a hacer de todo con casi nada. Yo les digo a mis compañeras que quien trabajó en el lomerío cumplió una misión en los Serros de Venezuela. No existía una educación sanitaria en la mayoría de los poblados y hacía falta mucha asistencia médica.
 “Había un déficit enorme de personal calificado, sobre todo en la salud, quizá sea ésa la razón principal por la que hoy soy enfermera. Empecé con 16 años. Tuve que esperar a tener la edad laboral para comenzar a trabajar”, exclama antes de evocar una de las anécdotas más paradigmáticas de su vida.
  “Un día vino una paciente muy grave al Hospital, pues se había introducido en la vagina una semilla de cedro para provocarse un aborto. Cuando eso ya existía un médico en la entidad, pero no teníamos en qué movernos hasta Cienfuegos. Yo sugerí montarnos en el camión de Juan Venado, un vecino del poblado. Todos dijeron que estaba loca, pues aquel vehículo no tenía barandas, enotnces les respondí que esa mujer no se nos podía morir allí. Así salve la vida de una joven como yo, en ese momento”, agrega Rosalina Acebal, quién fuera coordinadora de todos los cursos de Neonatología realizados en la provincia.
  Sobre el cuidado de sus niños, precisa, que siempre estuvo entre sus intereses profesionales. “Después de salir de Crucecitas me incorporé al centro de la Maternidad en Cienfuegos, donde radica hoy la sucursal de ETECSA. Desde ese año inicié la mayor de mis labores, ser enfermera de Neonatología, o lo que es lo mismo, enfermera de cuidados especiales al recién nacido. Luego estuve de Jefa de ese servicio por 19 años. Y a continuación cubrí la jefatura de Enfermería del Hospital Materno “Mártires de Girón” durante 10 años.
“Siempre me he movido en el área materno-infantil. Me siento feliz, pues he colaborado en la salud de nuestras mujeres e hijos al lograr en ellos una mayor calidad de vida. Hay muchas cosas que me inspiran, en primer lugar, ser mujer y cubana. También el hecho de haberme desarrollado en esta Revolución”, testifica con un poco más de desenfado.
  Al decir de muchos el haber sido dirigente por varios años de diferentes organizaciones políticas y de masas,como el Partido y los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) el cual dirigió en su cuadra por 27 años, nunca la ha frenado para ocuparse de su hogar. “Biológicamente soy madre de Roxana, aunque te podrás imaginar que tengo miles de hijos más. Mi trabajo exige combinar dos profesiones únicas a mi entender, la de madre y enfermera. También tengo una nieta de 10 años, Darianna, a quien le cuento todas mis peripecias en la sierra y el llano. Ellas forman parte de ese tesoro que todos llevamos a cualquier lugar”, insiste Rosalina.
  Para los vecinos una típica cubana que siempre está dispuesta a servir a los demás. Una empedernida amante de las plantas y flores, con quienes suele conversar casi todas las tardes de su vida. “He vivido durante estos años para eso. Yo he estado en todas partes. He tratado de inculcarle a las nuevas generaciones ese amor que siempre he sentido por la especialidad.
 “Me apasiona trabajar con los niños. Muchos médicos importantes de Cienfuegos como el Dr. Peraza me propusieron en varios momentos que estudiara medicina, pues para ellos, era una excelente Pediatra. Y mi respuesta siempre fue negativa. Siempre quise ser enfermera”, aclara una vez recorrido una gran parte de su obra por los más de 50 años de existencia.
    Y es que para Rosalina Acebal la vida ofrece un abanico de oportunidades. “Lo difícil es saber encontrar para cuál de ellos naciste tú”, exclama. Al umbral de la jubilación no quiere saber de una despedida formal, prefiere salir escurridiza por aquel pasillo que un día la hizo madre y enfermera. Sabe que por siempre oirá el llorar de sus hijos, aunque para entonces esté en el mismísimo centro de la geografía africana.
 

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