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Evas al Sur: blog de la mujer cienfueguera

Su destino, la poesía

Su destino, la poesía

Por Mercedes Caro Nodarse

   Este 6 de julio, una de las más sobresalientes poetisas de Hispanoamérica celebró su onomástico. Con 85 años, irradia vitalidad y sigue fiel a su elegido camino poético.
 Tal vez a Urbano Martínez Carmenate, autor del libro Biografía de Carilda Oliver: su destino, la poesía, le fue muy difícil encontrar el título. Cualquier frase quedaría pequeña para nominar la inmensa obra, de quien es el mejor ejemplo cubano de simbiosis entre recursos expresivos vanguardistas, del neorromanticismo y de la inspiración coloquial.
  Dos vocablos pudieran ser sinónimos de Carilda: poesía y cubanía. De las páginas de su biografía novelada, editada en 2002 por la editorial Letras Cubanas, emerge la figura singular que es esta mujer. Tildada de demasiado feminista, supo sortear en su juventud prejuicios de una sociedad en efervescencia política, luchas de clases, con las consecuentes rupturas de cánones pequeño-burgueses y luego, la instauración de cambios sociales, que como bien expresa Carmenate, "fueron dialécticos, no mágicos".
  La exuberancia vital de Carilda propende a múltiples análisis, pero la pasión y la lírica hacen que en su biografía, el autor apueste por el costado más poético de la historia.
  Envuelta en el fuego de la leyenda, Carilda se ha considerado "novia de la poesía" y ha vivido en el mundo de su mito. Como otras poetisas cubanas e hispanas, se adelanta a su época, vence prejuicios; unos le admiran su forma de vivir y decir versos, otros se asombran, para nadie pasa inadvertida.
  A los 24 años ganó un segundo premio continental de popularidad, el primer peldaño había sido para Gabriela Mistral. A lo largo de medio siglo ha recibido honores en su patria y en el mundo. En 1950 obtuvo tres lauros literarios: Primer Premio y Flor Natural en un certamen nacional por su Canto a la bandera, Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación por su libro Al sur de mi garganta, y segunda mención de honor por el cuento Deida, en el Concurso Internacional de Cuentos Hernández Catá. Ganó, además, el Premio Nacional en el Certamen Hispanoamericano organizado por el Ateneo Americano de Washington, para conmemorar el tricentenario del nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz. El 12 de octubre de 2002, en su entrañable ciudad de Matanzas, recibió el galardón que lleva el nombre de José Vasconcelos. Fue Premio Nacional de Poesía y Premio Nacional de Literatura, en 1997.
  Aunque por más de cuatro décadas le robó dos años al almanaque para publicar a destiempo, el6 de julio, Carilda cumplió 85 años. Con la satisfacción de ser reclamada por el pueblo y admirada por colegas de todas las promociones, todavía puede decir: "…mirando para arriba el sol se me convierte, en una luz redonda y celestial que canta".
  Pese a los dardos en su memoria, Carilda Oliver Labra aún puede dejar como ella misma expresara "su palabra humilde entre tanta ofrenda luminosa". 

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