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Evas al Sur: blog de la mujer cienfueguera

Reas de la espera

¿Para qué sirve la utopía?
Yo también me lo pregunto siempre.
Porque ella está en el horizonte.
Y si yo camino dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Y si yo me acerco diez pasos, ella se coloca más allá.
¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve, para caminar.
Mario Benedetti.


La historia de la mujer no es sólo la de su talento y creación que cautiva y conquista. Mucho se ha escrito sobre el placer de su presencia, su dulce compañía, su mano tierna y firme.
Al infinito legado de virtud y grandeza de la mujer cubana se une hoy el altruismo de madres y esposas de cinco hijos de la patria, símbolos del combate por la verdad y la herencia de decoro que intenta en vano el imperio subyugar.
Con honor y abnegación sufren estas mujeres hace más de ocho año el dolor de la ausencia y el único consuelo es la comunicación denodada, esa que siempre anima y está presente en sueños, recuerdos y realidades.
En los momentos más difíciles, en la soledad más extrema brotan versos o misivas, mensajes cincelados con el cerebro y el corazón, que dan cuenta de la pureza de quien se sabe libre hasta en el más cruento de los encierros: "…Cuando extrañábamos hasta la voz de un ser humano (y teníamos hasta el temor de perder la facilidad de comunicación, añorábamos incluso oír alguna palabra, en cualquier idioma, de otra persona) siempre, siempre te tuve y, sin falta, eternamente siempre a mi lado, también estaba mi madre. Estaban todas, mis hijas, mis seres queridos, y en lugar cimero esa dama suprema a la que todos nos debemos: mi Patria".
Así escribió Ramón Labañino a su esposa Elizabeth Palmeiro. Epistolarios de Cinco Héroes y sus mujeres amadas traslucen historias de amor que hacen estallar muros de silencio. Diarios de esperanzas y anhelos traspasan los barrotes para inmortalizar insignes amores.
"El amor es como el viento al fuego, aviva a los fuertes y apaga a los débiles" escribió Adriana Pérez a su esposo Gerardo Hernández en su aniversario de bodas, con letras que reflejan la realidad de una joven pareja que no por la distancia ha dejado de amarse con la madurez de los más viejos.
Así, tanto en desbordamientos líricos, como en las heroicas realidades las mujeres de estos valientes han probado también su grandeza.
Olga Salanueva sufrió por su esposo la injusta y más cruel inmolación. Dos años después de la detención de René González, su familia fue utilizada para chantajearlo y ante su negativa contundente, fue detenida tres meses en una cárcel federal, acusada de cargos nunca probados y resultó deportada sin tener en cuenta que en ese país se quedaba su hija, nacida en EE.UU.
Rosa Aurora Freijares, esposa de Fernando González, en sus cortas visitas al cautiverio ha tolerado la impotencia del abrazo negado.
La firmeza y el patriotismo de las madres de Gerardo, Ramón, Fernando, René y Antonio Guerrero se ponen de manifiesto cuando con orgullo narran, cómo ellos han cumplido con ejemplar dedicación, dignidad y heroísmo la sagrada misión de defender a la Patria contra el terrorismo, a pesar de los altos riesgos para sus vidas.
Marianas de otras guerras son estas mujeres, también reas de la ignominia y de una espera que sólo avizora el fin del odio y el triunfo de la utopía en aras de la redención humana.

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