Mujer de alto vuelo
Con 22 años, Bleynis Egües Dueñas descifra los misterios del aire y se distingue como la única representante de su sexo que pilotea actualmente un avión en Sancti Spíritus.
¿Pero aquella muchachita menuda?
No puede ser.
Por el uniforme, parece. Oye, al avión no hay que cargarlo ni cogerle ponches. Pues sí, ella misma es, viene para acá...
El diálogo transcurre entre reportera y fotógrafo, a un costado de la pista de aterrizaje de la Unidad Empresarial de Base Centro, perteneciente a la Empresa Nacional de Servicios Aéreos, en Sancti Spíritus.
Se trata de la joven Bleynis Egües Dueñas, llegada hace más de un año desde su natal Cienfuegos para conducir las riendas de un avión.
En breve iniciará su misión de esta jornada: observación de campos forestales en busca de posibles incendios. Es sólo un día más en su tierna carrera de piloto.
EN EL AIRE
Ajusta el “casco”, controla los botones en la cabina y sonríe. Dispuesta otra vez a “volar”, Bleynis se olvida del mundo. Ahora todos sus sentidos están a los pies del AN-2, un equipo al que conoce muy bien. Le voy a decir algo que va a ser una sorpresa para usted: cuando chiquita yo le tenía miedo a los aviones.
¿Entonces...?
Eso me vino de los Camilitos, primero más bien por embullo. Ese día yo estaba de guardia y cuando fui a almorzar me dijeron: ‘Hay unos médicos ahí haciendo chequeos para mujeres pilotos’, ya te digo, fui por embullo, pensé: si salgo, perfecto, y si no, veo cómo estoy físicamente. Salí bien, luego me mandaron para La Habana y me dieron la carrera.
Ya después estaba convencida de que quería eso, porque el proceso duró un mes y fui conociendo a pilotos que me hablaban de sus experiencias, me iban diciendo más o menos cómo era y comenzó a interesarme la idea; en sí yo ni me enteré cuándo fue que me gustó más.
¿Cómo estuvo la primera vez?
Espérate, la primera vez no fue volando, fue saltando en paracaídas, porque como parte del curso había que hacer primero dos saltos o no podías seguir la carrera, y hubo que saltar. Ya después empecé a volar, al principio me dio un poco de miedo, porque en ese avión hay que pegarse demasiado al aterrizar, como es más chiquito, y yo dije: ¡ay!, nos vamos a estrellar. Hace así: psssssss, como si se fuera a meter contra la pista, antes me asustaba un poquito, pero después se me quitó eso.
¿Qué se siente en el aire?
¿Aparte de la bulla del motor?, imagínate, a partir de que yo me monto allí ese avión es mío, y del capitán. Es una responsabilidad, estás pendiente de él, de su temperatura, de toda su vida durante el vuelo.
¿Qué haces dentro del avión?
El capitán es quien lo vuela y yo, que soy copiloto, llevo la comunicación y los controles de los parámetros del motor. Puedo también volar sola.
¿Emergencias?
Llevo un año y cinco meses trabajando y hasta ahora no se me ha presentado ninguna emergencia.
¿Y sustos?
Sí, uno, o varios... Una vez nos metimos en una neblina que no dejaba ver nada, ni para arriba ni para abajo, para ningún lado; me asusté, pero después salimos y se me olvidó...
CON LOS PIES EN LA TIERRA
Primero en Camagüey y más tarde en Sancti Spíritus, Bleynis acumula más de 570 horas de vuelo. Disfruta el oficio, estudiar y conocer los aviones.
Aquí lo he visto todo, no conocía esta provincia y ahora no hay quién me haga un cuento de Sancti Spíritus, por lo menos desde el aire. Lo que más me gusta es sobrevolar la presa Zaza, porque me parece que voy por encima del mar, como es tan grande...
¿Le ha ido bien entre hombres?
No fue tan difícil, porque en la escuela éramos nada más dos mujeres y me había acostumbrado. Al principio sí estaba un poco cohibida, pero ya me siento bien, me he ganado el respeto de todos.
Trabajo en avionetas AN-2; sirven para el “bombardeo” de la prensa, para la instrucción (enseñar a volar), trabajos agrícolas, forestales, de ambulancia en caso de heridos...
Me siento muy útil; por ejemplo, nosotros llevamos la prensa a lugares a los que no pueden entrar los carros, agilizamos la fumigación en la agricultura; podemos ayudar a apagar incendios.
¿Ha pensado en matrimonio?
Sí, he pensado, pero todavía no.
Y si le dicen: yo no me caso con una mujer piloto...
Que se busque a otra que no lo sea.
¿Cómo define Bleynis el hecho de volar?
Lo más grande. Es un orgullo estar a la altura de cualquier hombre.
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