LUTGARDA BALBOA EGÜES: Mariana de otra guerra
Extraordinaria mujer, incansable luchadora, madre, abuela, militante, revolucionaria. Decir su nombre es como evocar la historia más contemporánea de la Patria y de la región central del país. “Vilma Espín fue sencillamente una persona de condiciones excepcionales, con una sensibilidad humana que sobresalía entre tantas cualidades: un paradigma en todos los sentidos”.
Con esas palabras comenzó esta entrevista, Lutgarda Balboa Egües -destacada fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en Cienfuegos-, mientras acariciaba con la mirada una foto suya junto a la destacada combatiente de la Sierra y el llano.
¿A la luz de estos 50 años, cómo recuerda los inicios de la FMC?
“En primer lugar, vale destacar que desde su fundación, nuestra organización tuvo como principal objetivo, dignificar la imagen de la mujer cubana y darle plena incorporación la sociedad. Recuerdo la incorporación de las mujeres a las tareas productivas y políticas, no siempre vista con buenos ojos por el machismo todavía imperante.
“Le debimos mucho a la confianza y la visión que siempre tuvo nuestro Comandante en Jefe en la fuerza femenina; en la admiración de Fidel por el amor, la entrega y consagración que ponían las compañeras en cuanta tarea nos encomendaba la Revolución.
“De mi experiencia personal, tuve el privilegio de dirigir el primer batallón de mil milicianas a raíz de la invasión por Playa Girón. Aprendimos a marchar y manejar el fusil. Hicimos guardias en centros de trabajos y hasta ocupamos puestos laborales de obreros que fueron combatir, servimos de enfermeras para atender a heridos nuestros y también a mercenarios enemigos”.
¿En qué circunstancia conoció a Vilma Espín?
“Déjeme decirle que la creación de los círculos infantiles fue una de las obras más hermosas de la Federación y a la que Vilma le dedicó toda su atención. Precisamente estaba yo al frente de ese programa en la antigua provincia de Las Villas, cuando tuve la oportunidad de relacionarme con la presidenta nacional de la FMC.
“Más tarde, la dirección del Partido, en la persona de su primer secretario Arnaldo Milián, me asignó la responsabilidad de la secretaría general de la organización femenina en el territorio villareño.
“Entonces, las propias funciones propiciaron un mayor acercamiento con Vilma. Para ella era un estilo de trabajo muy propio su vínculo con la base. Le gustaba mucho intercambiar, pero siempre escuchaba primero los criterios de cada cual. Por eso, además de las reuniones normales en la dirección nacional, nos visitaba con mucha frecuencia”.
¿Qué le ha entregado Lutgarda a la FMC y que ha recibido a cambio?
“Toda mi vida, mis esfuerzos y mis sueños. Pero he sido bien recompensada, porque no hubiera tenido la oportunidad de entregarme en cuerpo y alma a la Revolución de no ser por la Federación.
“Todas las mujeres cubanas le debemos mucho, mucho a nuestra organización. En primer lugar por el papel que hoy desempeñamos en la sociedad, ya como ministras, profesionales, internacionalistas, dirigentes, trabajadoras simples o amas de casa”.
EN LOS DÍAS DE GIRÓN
Durante los días de la gesta de Girón, Cienfuegos era una ciudad sitiada como otras de Cuba, como consecuencia del bombardeo llevado a cabo por aviones B-26 mercenarios contra los aeropuertos de Santiago de Cuba, Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños.
Quinientas mujeres, integrantes del batallón femenino de las Milicias Nacionales Revolucionarias cubrieron puestos en la defensa de la región. Lutgarda Balboa Egües, jefa de aquella compañía y actual colaboradora del Partido de esta provincia, recuerda hoy la abnegación de estas milicianas:
"El Cuartel General era en Santa Cruz y Prado; allí estábamos en la retaguardia, las mujeres habíamos dejado el hogar y los hijos, pero era imprescindible apoyar las acciones, Cuba era un hervidero de pueblo enardecido. Un altoparlante convocaba el combate por las calles y veíamos salir a los cienfuegueros, algunos sin tiempo para calzarse los zapatos, otros sin terminar de abotonar el uniforme.
"Nosotras cuidábamos puntos claves, como las plantas eléctricas; hasta allá en O’Bourke hacíamos guardia, otras cocinaban para los milicianos.
"También curábamos a los heridos, custodiábamos el hospital, hasta les conseguíamos piyamas y chancletas a los enfermos, era un trabajo muy lindo, de gran abnegación".
¿Usted entonces trabajaba en Educación?
"Sí, ese era mi trabajo; llegué a ser directora regional, pero junto a las otras milicianas estuve 75 días movilizada. Nuestra satisfacción es haber contribuido a gestar esta paz; no hubo aquí ni un sabotaje en esos duros días, desafiamos la contrarrevolución interna, fue un ejemplo de entrega de la mujer cubana".
El recuerdo de Lutgarda abarca el de las brigadistas que fueron a Girón:
"Hoy tenemos además la complacencia de haber apoyado a aquellas compañeras que apuntalaron el triunfo, que fueron a las arenas de Girón, donde la pólvora cometió el magnicidio, eran brigadistas sanitarias; entre ellas, Arminda, de Aguada, pudieron dirigirse al lugar de los hechos y allí dejar su huellas de heroísmo".
El Abril de Victoria labró el presente cubano y hoy fulguran las memorias, como homenaje al aniversario 48 de la proclamación del carácter socialista de la Revolución.
Entre los diplomas y certificados que atesora en su modesta oficina del Comité Provincial del Partido, nos muestra con cariño los más recientes recibidos: La utilidad de la virtud, otorgado por la Sociedad Cultural José Martí, y el sello Aniversario 50, a propósito del medio siglo de la FMC.
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