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Evas al Sur: blog de la mujer cienfueguera

Cienfuegueras

Ocilia Cuesta Blackman y el sabor de las volutas

Ocilia Cuesta Blackman y el sabor de las volutas

Por Magalys Chaviano Álvarez, del 5 de Septiembre

Ya lo dijo Don Fernando Ortiz, el etnólogo cubano, en su ensayo sobre Antropología, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar: Don Tabaco, refiriéndose a un producto que rezuma identidad, historia y cultura en esta Isla de Cuba. Pero no les voy a contar esa historia harto conocida, vamos a degustarla con Ocilia Cuesta Blackman, una mujer de apellido inglés pero criolla de pura cepa, quien tiene por oficio el catar puros en la Fábrica Quintero, de Cienfuegos.
“Hace 18 años que laboro en este centro; primero fui torcedora, luego transité por múltiples funciones, hasta trabajar en Control de la Calidad. Lo de catadora vino después, gracias a la convocatoria del Instituto de Investigaciones del Tabaco, y aquí estoy, 10 años después, disfrutando con placer este oficio.
“Recuerdo cómo llegaron a la empresa unos especialistas del Instituto y nos hicieron pruebas sensoriales. Yo no tengo vicio de fumar, pero le encendía los puros a mi padre y siempre probaba esa primera bocanada. Cuando llegaron los resultados fui aprobada”.
Ocilia no es cienfueguera, llegó con su padre, un ejecutor de la Construcción atraído hasta la ciudad por el auge constructivo de los años 70 y echaron raíces en la Perla. Tiene un hermano que también trabaja en el ramo, son tres, ella la única mujer. Se considera una persona común y sencilla.
“Quienes nos dedicamos a la cata debemos hacer renunciamientos. Fíjate, me debo cuidar el paladar, nada de comidas picantes ni calientes, ni perfumes fuertes... Ah, y no soy fumadora, pienso es dañino para la salud como adicción. Ahora, degustarlo con el placer de meditar, es algo espectacular”.
Los ojos le brillan, y cuando indago por alguna anécdota, una blaquísima sonrisa aflora.
“Es sobre algo desagradable, no se lo recomiendo a ningún debutante en el mundo del habano. Recuerdo mi primera borrachera al fumar, nunca la olvido, de solo recordar, siento como si el estómago se me revolviera. Fue muy incómodo, pero devino enseñanza, nunca más me ha sucedido”.
Casi convencida de que algunos de sus antepasados estuvo con Don Tabaco en las barracas de esclavos mientras producían a Doña Azúcar, pienso en el ensayo Contrapunteo… y en Fernando Ortiz, considerado el segundo descubridor de Cuba por sus estudios de Etnología. Tengo frente a mí a Ocilia,  no se inhibe y contesta todas las peguntas, Cohíba de por medio, y hasta me animo a probar. Y así, entre volutas, conversamos sobre los parámetros para clasificar como un buen producto.
“La calidad es esencial, por el prestigio que tiene en el mundo el tabaco cubano. En esta fábrica producimos para el mercado internacional. Aroma, sabor, combustibilidad, tiro, fortaleza, color de la capa y corte de esta, son algunos de los índices a medir. Si no quema bien, eso ya es un problema; los fuertes llevan tres tipos de hojas. No debemos catar suaves y fuertes en un mismo día... Pero todo eso se aprende con el tiempo, la experiencia es la mejor capacitación”.
¿Y tus orishas? ¿Te acompañan en el oficio?
“Por supuesto, ya te decía, catar es para mí algo espectacular, como un concilio. Soy devota de San Lázaro, a él le ofrendo uno cuando es menester, me lo enseñaron mis ancestros. Son aproximadamente 20 horas al mes lo mínimo reglamentado, porque tampoco debemos abusar del paladar, pero yo las disfruto con plenitud. Fíjate, el tabaco debe ser degustado hasta la mitad, al menos, hasta ahí entonces soy capaz de decir si es bueno o no, y lo establecen las normas”.
A estas alturas acerco mi puro a un enorme cenicero para sacudir y Ocilia me pide por señas abstenerme de hacerlo.
“No, la ceniza debe permanecer entera, esa también es una muestra a tener en cuenta. Esta no puede sacudirse como sucede con los cigarros. Su extensión  y consistencia es uno de los parámetros de calidad de un buen Habano. Si la fumada es constante nunca se le apagará, si es muy grande se calentará en demasía tomando fuerza en su sabor, si es muy lenta terminará por apagarse. Al finalizar este debe quedar en el cenicero, no debe oprimirse, y mucho menos tirarlo”.
Ocilia está fascinada con su oficio. De solo escucharla nos adentramos en ese mundo apenas conocido. Pero tiene una realidad, dura y difícil, y la hace regresar desde aquel ambiente de éxtasis visto a través de volutas.
“Mi padre falleció, fue duro, era como un patriarca. Ángel era su nombre y hacía honor a él, vino desde Guanajay hasta Cienfuegos, aquí comenzó de cero con la familia. Mi madre vive, o sobrevive encamada. Padece de diabetes, ahora descompensada, le amputaron una pierna, la cuidamos entre mis hermanos y yo, y es duro, muy duro. Siempre fue tan vital.
“Y la vida me ha negado el premio de tener hijos. Me refugio en el oficio, compartir la vida con mi compañero, siempre estoy espantando la tristeza, ese es un lujo, no me lo puedo permitir, tengo un camino largo para andar y he de hacerlo con dignidad”.
En verdad resulta una mujer fuerte, la observo, extasiada con su puro, la mirada profunda, como imaginando la manera de solucionar cada uno de los problemas cotidianos a enfrentar. Llegar temprano desde Caunao, barrio de la periferia de Cienfuegos, haciendo malabares con el transporte. De hablar pausado, educada, culta. Cuidando a su madre Claudina, quien fuera la maestra querida por sus alumnos; hoy apenas queda la huella.
“Estoy obligada a madrugar cada día, dejar un montón de cosas hechas y llegar al trabajo en tiempo. Pero siempre trato de estar calmada, eso también es fundamental para lidiar con la calidad, al ofrecer un dictamen, pues este puede afectar cierta vitola producida, o a otros colegas”.
Ocilia es una mujer común, cuantas veces la habremos encontrado en el afán por alcanzar la ruta 7 en la parada del parque Villuendas, sin apenas notarla; sin embargo, es toda una sommelier del tabaco, ese producto del cual nos ufanamos, símbolo de cubanía, cultura e identidad.
Se me antoja imaginarla en un diálogo con Don Fernando Ortiz, sentados uno frente al otro, en medio de animada fuma, él sosteniendo el bastón, ella con su eterna sonrisa de negra feliz, orgullosa de su estirpe, tomándole el sabor a las volutas.

 

“Las mujeres no tenemos límites”

“Las mujeres no tenemos límites”

Próxima a cumplir su aniversario 55, este 23 de agosto, la Federación de Mujeres Cubanas tiene entre sus prioridades la incorporación femenina a las diferentes formas de empleo. La entrevista a esta cienfueguera ofrece una mirada a las múltiples posibilidades que tienen las féminas para abrirse paso en la sociedad

  Experimentaba el placer del canto compartido. Se sentía dichosa al poder expresar el alma con la voz. La música, el coro, constituían sus grandes pasiones, hasta que eventualidades de la vida pusieron a prueba esa capacidad y hubo de encontrar otros derroteros a su fuerza creativa interior.
  Yolanda Fajardo Rodríguez conoce bien que la queja o el quedarse de brazos cruzados, de poco sirven ante la adversidad. Cantante coral durante décadas y hablante de varios idiomas, un día se vio obligada a cambiar el curso de su quehacer y lo hizo con determinación, sin miedos. Desde entonces se cuenta en la nómina de trabajadores por cuenta propia de la provincia, para su beneficio y el de la sociedad.

DE LA VOZ A LAS MANOS, OTRA FORMA DE GANARSE LA VIDA
 
  “¿Tornera?, ¿fresadora? Ni lo uno ni lo otro. Soy una atrevida, lo que hago es un desafío. He tratado de continuar la obra de mi padre, que era el talento: ingeniero mecánico, anirista, creador… Empecé por ayudarlo, allá por los años ’90, y cuando él falleció, en el ’98, saqué patente. Ya presentaba dificultades con la voz, por problemas de salud, y me di cuenta de que esto me daba más que ser cantante.
  “En aquella época una labor así parecía una cosa extraña, casi no había licencias y no era usual ver a una mujer trabajando en un torno o una fresa. Era raro y llamaba la atención. La mayoría de los inspectores dudaban de que fuera yo quien confeccionara las piezas. Tuve mucha presión al respecto, me vigilaban, me inspeccionaban, me cuestionaban…, hasta que fui felicitada por cada uno de ellos.
  “En ocasiones me veo ante retos muy grandes, extremadamente difíciles. Muchas veces logro vencerlos y eso me da tremenda satisfacción, porque generalmente son equipos sin solución en Cuba. Pero reconozco cuánto me falta por aprender. Cada pieza nueva me lleva a conocer un mundo de cosas diferentes. Descubro posibilidades, herramientas, recursos para hacerlas. También aprendo con todo profesional que se me acerca, me sugiere, me indica, me asesora de manera altruista y bondadosa…”, comenta Yolanda.
  Esta cienfueguera se dedica a la fabricación de piezas para electrodomésticos e incluso para equipos de alta precisión como microscopios, fotocopiadoras, impresoras, cajas registradoras, piñones para mezcladoras, equipos de audio, máquinas eléctricas de moler carne, lasqueadoras, procesadoras de alimentos y teatro en casa, entre otras.
“La mayoría son importados, por lo que hay demasiada variedad. De ahí mi regocijo al poder satisfacer las expectativas de quienes vienen a buscar ayuda. Trabajo en mi casa. Los aparatos son diminutos y muy primitivos, hechos por mi padre de una manera sencilla, para que yo pudiera operarlos también”, explica. (Yudith Madrazo Sosa)

ENTRE PREJUICIOS Y APTITUDES

  No resultaron poco los prejuicios que debió vencer Yolanda cuando comenzó su negocio, un desempeño atípico entre la población femenina. Tuvo miedo, pero lo dominó con tenacidad para abrirse paso en un universo, con frecuencia, hostil.
  “Al principio me asusté mucho cuando me vi sola en este quehacer. Realmente me urgía trabajar, cuidar a mi mamá, mi hijo de catorce años. Necesitaba mejorar mis ingresos. Por tanto, emprendí esto con manos y dientes, pues tenía que salir adelante. Llegué a hacer cosas que —luego descubrí— mi padre había hecho antes y yo no lo sabía. No lo hice con su perfección, pero lo logré y eso fue dándome valor, confianza en mí misma y la seguridad necesaria para continuar el trabajo. Y levanté la economía, no solo para mí, sino para toda mi familia.
  “El trabajo es rudo, sucio…; me he estropeado bastante las manos, no puedo usar uñas largas ni estar vestida de ‘mujer’, quiero decir, con ropas finas, tacones altos, como antes, pues esta labor requiere del uso de ropa vieja, que pueda estropearse, mancharse de grasa… Algunos hombres me miran extrañados cuando llegan a la casa y ven a una mujer detrás de la fresa. Pero cuando me tratan, se dan cuenta que no he perdido ni perderé jamás mi feminidad. Me encanta ser mujer y estas dificultades me han hecho crecer en la vida, ver las cosas de manera diferente. Como nunca más he podido hacer lo que amaba, le pongo mucha pasión a esto y eso me da ánimos para  mantener viva la tradición iniciada por mi papá.
  “A pesar de los espacios conquistados por nosotras en el ámbito social, queda mucho prejuicio todavía. Algunos no pueden entender que las mujeres somos capaces de emprender cualquier desafío y, de hecho, no tenemos límites para afrontar la vida. Somos valientes, competentes, tenemos un mundo de habilidades, capacidad creativa, imaginación, algo de lo cual muchas no se dan cuenta y por eso quiero exhortarlas a que no se amedrenten, enfrenten la vida y confíen en sus ilimitadas fuerzas.
  “La FMC otorga importancia a la incorporación femenina a todas las esferas de la sociedad. En mi opinión, toda labor, sea estatal o privada, es significativa, aporta al desarrollo, abre posibilidades. Considero vital el apoyo de la Federación a dicha participación y el incentivo para que las jóvenes inactivas accedan al empleo, así como para que las personas de mi edad, o mayores, que permanecemos en casa por cuidar a un anciano o por una dificultad familiar o de salud, tengamos la oportunidad de insertarnos en la sociedad y ser útiles. A mí el hecho de tener el negocio en la casa me da la posibilidad de combinarlo con el cuidado de mi mamá longeva. De otra manera, sería imposible hacerlo.
  Yolanda creció en un ambiente musical. Aprendió a cantar con su padre quien, además, era músico, tocaba el piano y la guitarra, instrumento que también confeccionaba. Pero el aliento de esa formación artística no abandona el desempeño actual de esta cienfueguera. “Trabajo con música, sobre todo la clásica, mi preferida. De lo contrario, no puedo concentrarme”, argumenta.
  ¿Satisfecha?
  “Sí. No es mi realización espiritual como lo era el canto, que representaba mi vida, cuanto me hacía soñar a pesar de las exigencias. No es así ahora, mi actual labor es mucho más material que espiritual, pero me da orgullo alcanzar metas altamente difíciles”. (Yudith Madrazo Sosa)

Por la salud femenina: consultas de mama en la comunidad

Por la salud femenina: consultas de mama en la comunidad

  La tesis de la Doctora en Ciencias Lidia Torres Aja, titulada Municipalización de la Mastología, una vía para el diagnóstico precoz de cáncer de mama, aportó a la Medicina cubana una estrategia única acerca de asistencia médica comunitaria en ese perfil.
  "La creación de facilitadores de este programa en cada área de Salud es una novedad, con once años de experiencia aquí; hemos revitalizado el método clínico y desarrollado el quehacer de la Atención Primaria. La base es la capacitación de los especialistas sureños en Medicina General Integral (MGI), a fin de habilitarlos para atender pacientes en las siete policlínicas de la capital provincial y los ocho municipios del territorio.
  "El servicio de Mastología implementó cursos de adiestramiento a especialistas en MGI, contentivos de conocimientos amplios sobre el programa nacional de la rama. Esto los formó con vistas a fortalecer muchos factores, entre ellos la educación preventiva".
  Así, instrumentan consultas municipales y analizan los casos positivos en junta semanal del Hospital Provincial Dr. Gustavo Aldereguía Lima (GAL), a la cual acuden las pacientes acompañadas de sus médicos comunitarios, estableciendo con ello una suerte de eslabón que fortalece los vínculos entre los niveles primario y secundario de atención.
  La doctora Torres Aja dirige el servicio de Mastología en el GAL desde su fundación en 1979. Los esfuerzos en esta denominada municipalización de la especialidad están basados en estudios suyos de más de tres décadas, reveladores de un deficiente estado sanitario y de percepción de riesgo entre la población femenina acerca del cáncer de mama.
  ¿Cómo transcurrió la investigación?
  "La primera etapa abarcó desde 1981 hasta el año 2000 y demostró falta del autoexamen de mamas. Por ello, más de la mitad de los diagnósticos ocurrieron en estadio avanzado de la enfermedad; también existieron dificultades con el seguimiento a las operadas y pobre integración social de las afectadas, entre otras deficiencias".
  Una consecuente aplicación de medidas en respuesta a tales investigaciones ha redundado en que Cienfuegos exhiba hoy un alto porcentaje de detección precoz de la patología, lo cual a su vez se revierte en la elevación de calidad de vida de las aquejadas y disminución de la mortalidad por esa causa.
  El próximo domingo 19 de octubre se celebra el Día Mundial de Lucha contra el Cáncer de Mama.
  ¿Qué actividades realizarán?
  "Haremos la actividad central en Cruces, mi tierra natal. Pretendemos crear el Grupo Provincial de la especialidad, con el nombre de la afamada coterránea Melba Hernández”.
  Lidia Torres Aja es la primera monja de Cuba y el mundo con título de Doctora en Ciencias. Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Cirugía, mereció de su directiva la Medalla por los 80 años de esa fundación, reconocimiento que le fuera entregado durante un reciente Congreso Internacional celebrado en La Habana.
  ¿Qué amó primero, el decálogo de Esculapio o el Evangelio?
  "Creo que ambas vocaciones nacieron conmigo; no podría prescindir de ninguna de las dos", dijo en uno de los testimonios que recoge su biografía en la EcuRed, la Enciclopedia Colaborativa Cubana. (Dagmara Barbieri)

Cuando me dicen ¡¿te acuerdas…?!

Cuando me dicen ¡¿te acuerdas…?!

A PROPÓSITO DEL 54 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA FMC

Mercedes CARO NODARSE   Foto: DORADO

  Yo tenía clavadas las pupilas en el rostro cuyos ojos tiernos y húmedos no dejaban de hurgar en el pasado. Sus manos andaban entre papeles arrugados y amarillos, recortes de periódicos, donde alguna vez se le mencionaba, las fotos de sus hijos reales y adoptivos, o de los múltiples encuentros con autoridades locales y nacionales, las décimas escritas por los hombres y mujeres del poblado donde vive, quienes deseaban resaltar su desempeño.
  Sentada en un sillón frente a mí —en la sala de su casa marcada con el 26, en la calle Juan González, de Guaos—, va frotándose los dedos y me observa, indaga acerca del porqué estoy allí. Le cuesta mucho hablar de sí misma. “¡Pero mira tú las cosas; ahí está todo!”, acota Zoraida de la Cruz López González, una mujer de imponentes quilates.
  Como el viento cuando arrastra los rumores comenzó a contarme historias. De vez en vez una sonrisa inundaba su boca o una lágrima curiosa afloraba, mientras la mirada se perdía en lontananza. Con murmullos casi misteriosos decía: “Lo que soy, lo hecho y lo por hacer es el resultado de mi labor como trabajadora social voluntaria, dentro de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), siempre en la búsqueda de prevenir, educar y ayudar”.
  “La prevención social cubre uno de los perfiles más sensibles, importantes y humanos de la organización, porque atiende a la mujer, a la familia en la comunidad. Nos interesan los conflictos, la custodia y el cuidado de los menores, aquello relacionado con la violencia de género o infantil, y el más sano desarrollo de los niños y niñas. Es una tarea impregnada de mucho amor y pasión, de entrega; se impone escuchar sin interesar el tiempo, las horas, los minutos”, aclara.
  Trascienden las evocaciones cuando rastrea en la memoria. Al triunfar la Revolución tenía 13 años de edad. “Me apasionaba pintar. Un día uno de mis dibujos fue enviado a Varsovia, Polonia. Entonces, trajeron un sobre a la casa, ¡me habían otorgado una beca para estudiar en San Alejandro! Mi madre no me dejó ir, debía ayudarla en la casa, éramos siete hermanos, y yo, la mayor. (…) Ella tenía los dedos llenos de pinchazos por la aguja de coser, fue cuando quise aprender y así la aliviaría un poco. Había una academia de costura en el pueblo, la de Rosa López; no teníamos dinero para pagar las clases; en pago, mi mamá le planchaba y lavaba la ropa”.
  Luego vino la Campaña de Alfabetización, allá por el año 1961, y con sus 15 años se hizo maestra popular. “Tuve seis alumnos, personas mayores todas. Recuerdo el llamado de Fidel, me entusiasmé mucho, no sabía si iban a dejarme. Escondida tras el escaparate lloré y lloré… No aceptaba otra negativa. Reclamé, ¡recuerden…, no me dejaron ir a La Habana con las ‘Ana Betancourt’ ni a San Alejandro! Por fin, accedieron, con la condición de hacerlo cerca del pueblo, (…) estuve en una zona conocida como Dolores y después en la escuelita de Guaos”.
  Las cosas cambiaron un poco al casarse en 1967 con Bárbaro Morejón Herrera (jubilado del MININT), su novio desde los 14 años: “¡oiga, de cuando rompíamos sillones y teníamos que enamorar por lo menos cuatro años!” (sonríe y le mira, pues él ha estado atento a la entrevista, incluso rectifica algunos acontecimientos, fechas…) La delegación dos Manana Toro, del bloque 83, supo de sus sudores y andares. Con el pequeño Daniel, de apenas 18 meses, recorría las zonas más intrincadas de la comunidad. En esa etapa ocupaba la responsabilidad de Educación y Salud.  
  “Caminábamos largos trechos para entregar el caramelo vacuna antipolio a los niños, visitábamos las casas, con vistas a apreciar la situación de las familias y la incorporación de los muchachos a las escuelas, que no faltaran a clases (…) También formé parte de las Patrullas Campesinas; algunas mujeres éramos milicianas y junto a los hombres cuidábamos los cultivos, los animales, las maquinarias y todo el poblado. (…) Ayudé en la construcción de la fábrica de cemento; en innumerables movilizaciones agrícolas, limpia de caña, recogida de papas, tomates y otras. En la construcción de las aceras de este poblado, de consultorios del médico de la familia (…)”.
  El intenso calor de agosto nos “obligó” a trasladarnos hacia la terraza, un verdadero jardín donde el verde se apodera del entorno. “Soy amante incansable de la naturaleza, las plantas, las flores, aquí tengo mi pequeño tesoro”, comenta.
  Recostada en la hamaca narra sobre las labores en la Embajada de Cuba en Yugoslavia, a donde fue de misión junto a su esposo e hijos. “Eso fue desde 1979 y hasta el 81. Había nacido Dennis 3 años antes, y Daniel tenía 12. Imagínate en la sede diplomática existía una delegación de la FMC, ¡enseguida formé parte de ella! Era algo así como una guía, asistente de protocolo. Cuando llegaban cubanos los acompañaba en los recorridos por la ciudad. Un día, salí con unos compatriotas acabados de llegar a Belgrado, entre ellos viajaba Juan Hernández, el de la TV nacional. En uno de los mercados me percaté que nos estaban siguiendo, mucha coincidencia, la misma persona en todas partes e intentando acercarse; ¡siempre andaban asediándonos!. Enseguida, y sin decirles nada, sugerí regresar. Paré un taxi y nos fuimos. ¡Era cierto!, un auto negro permanecía detrás de nosotros”.

MI HIJO ANTONIO

 “En ese andar cotidiano por las escuelas llegué a la ‘Octavio García’. Un pequeño de unos 7 años se aferraba a mí. Vivía en Guaos, allá frente a los almacenes de Acopio. Muchas veces lo encontraron durmiendo sobre las pilas de caña. Tenía otros seis hermanos. Un día llamó un vecino y comentó: ‘Hace dos meses el muchachito de la entrada no va a la escuela’. También llamó una de las auxiliares pedagógicas. Decidí ir a su casa. Cómo contarte lo que vi, fue muy duro apreciar tales condiciones. Me acerqué y le pregunté: ¿No te gusta ir a la escuela? (otra vez las palabras entrecortadas, un nudo en la garganta impide fluyan con facilidad. Decido esperar unos minutos, sé cuánto la conmueve narrar la historia de Antonio Valladares Cuéllar)
  -¡Sí, me gusta, pero no tengo zapatos ni ropa ni dinero para la guagua!
  “Me miré en ese espejo; entonces me dije: ¡yo tengo que hacer algo por él! Solo tenía 9 años. No era lo mismo educar que reeducar, él andaba por ahí, con otros muchachos. Le propongo: “Mira, si tú quieres de verdad ir a la escuela, ven mañana tempranito. Te voy a buscar uniforme, libros (…). A las 6 y 30 a.m. unos toques en la puerta nos anunciaban la vista de alguien. Era él, sucio, descalzo…
  “Calenté agua, lo bañé, le di desayuno, lo vestí con uno de los uniformes de Dennis, lo calcé; lo tomé por una de sus manos; en la otra llevaba a mi hijo. Las personas miraban  y se interrogaban: ¿Se volvió loca? En la escuelita primaria del pueblo hablé con la maestra Gladys y lo recibió. Estaba bastante atrasado en cuanto a los contenidos, pero todo el mundo hizo un esfuerzo para sacarlo adelante. Desde ese día vive conmigo, es mi hijo adoptivo. Nunca vinieron a preguntar por él ni lo reclamaron. Hoy, con 37 años, es oficial operativo de las Tropas Guardafronteras en Sancti Spíritus, se casó y tiene una niña.
  Zoraida guarda cada recorte de periódicos donde refieren acerca de él, los reconocimientos alcanzados. Con orgullo habla de sus tres hijos: Daniel, Dennis y Antonio.

Y QUÉ ES MI VIDA SIN ELLA…

  Resulta plausible escucharla cuando comenta: “La FMC es mi vida. Formé parte del Comité Provincial de la organización desde el año 1984 y hasta el 2013. He sido muchos años secretaria general del bloque 83 (1981- 2002). Electa mejor trabajadora social voluntaria de la provincia (1988-89-90); participé, en 1993, en el VI Encuentro Internacional de Trabajo Social, Derechos Humanos, Integridad y Desarrollo, y asistí al V y VIII congresos de la Federación… En el V pude estrecharle la mano al Comandante en Jefe; no existen palabras capaces de reflejar la emoción sentida. Para mí, ser federada lo significa todo, junto a mis hijos y nietas, mi esposo, con el cual llevo toda una vida, 47 años, de trabajo con y para la Revolución”.
  Atesora distinciones como la 23 de Agosto, de la FMC y la 28 de Septiembre, de los CDR; las medallas de la Alfabetización, y la Jesús Menéndez, de la CTC; los sellos conmemorativos por el 40 Aniversario de las FAR y 20 años de Vigilancia Revolucionaria, y los de 5, 10, 15 y 20 años de dirigente de la organización femenina; así como las monedas XXXV aniversario del Poder Popular y la 40 Aniversario del 5 de Septiembre.
  Zory, como le llaman los más cercanos, vive la dicha de disfrutar lo realizado y sus palabras así lo reflejan. “Quiero volver atrás un momento y explicarte una cosa. La mayoría de los casos tramitados eran jóvenes, abandonaban las escuelas, sus padres venían a hablar conmigo y planteaban: ‘ay, Madre de las Casas (por eso del Padre de…) necesito converses con el muchacho, se me va a perder (…)’. Cuando me dicen en una guagua, un coche, un carro ¡¿te acuerdas de…!? Son muchos, hoy hombres y mujeres de bien, profesionales, buenos padres, ejemplos en el trabajo. Esa es mi recompensa por la faena realizada”.
  Jubilada en el 2000, de la Empresa Provincial de Acopio, supo destacarse y merecer estímulos. “Allí fui la secretaria general del Buró Sindical primario”. También administró justicia por espacio de 20 años, al intercambiar funciones como juez lego.
  Entre los planteamientos sometidos a debate durante el IX Congreso de la FMC, destaca la necesidad de aumentar la incorporación femenina en proyectos de prevención familiar y de enseñanza de valores éticos y patrióticos. Por eso, ella no ceja en el empeño: “La prevención constituye una de las tareas que expresa el humanismo del proyecto social cubano; no podemos cansarnos nunca”.
   No sé cuánto de cierto existe en la astrología. Esta extraordinaria mujer, o “caso excepcional”, como la llamaría su esposo, nació un 24 de noviembre de 1946 bajo la égida de Júpiter, regente de los sagitarios, quienes destacan por su generosidad, optimismo y confianza. Así es Zoraida “¡mucha Zoraida!”, según los habitantes de Guaos. Por eso la eligieron delegada de la circunscripción 58, durante tres mandatos consecutivos (2002, 2005, y 2007) y presidenta del Consejo Popular en el 2006. “Pensé que no lo haría bien; no obstante, lo logré”.
  Quise averiguar más, ese nombre suyo le viene como anillo al dedo. Metafóricamente es interpretado como "la mujer que da apoyo y sujeción, ofrece confianza y ayuda; a la vez, manifiesta comprensión para los demás. Ama resolver los problemas ajenos y brindar su amistad”. ¿Lo sabían acaso sus padres al bautizarla? ¿Previeron sus dotes de humildad y respeto hacia los demás? Quizás…

Voluntaria de la lluvia y el tiempo

Voluntaria de la lluvia y el tiempo

Por Mercedes CARO NODARSE   Foto: CEDEÑO

  Puede estar lloviendo “a cántaros” o hacer un espléndido sol mañanero. No importan las circunstancias. Reinalda Ibargollín Pérez sale de su casa día a día, a las 8:00 a.m., a examinar el pluviómetro No. 533 ubicado muy cerca de la casona —construida hace más de 100 años— en el asentamiento El Túnel, perteneciente al municipio de Cumanayagua.

  Esta mujer, que ya guarda historias y años en su mente y espaldas, cumple con rigor la tarea de observadora voluntaria de la lluvia, faena realizada desde hace casi tres décadas. “Primero fue mi esposo, con él hablaron los compañeros de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico (EAH), de acá en Cienfuegos, le explicaron la necesidad de atender el pluviómetro y la manera de desarrollar el trabajo, algo que aprendimos todos en la casa; al fallecer nos quedamos mi hijo y yo, es algo así como una tradición familiar”, comenta

  Conocida por algunos y anónima para muchos, la misión se repite de manera inalterable cada mañana, durante los 365 días del año.  “Reporto cuál es el volumen de precipitación ocurrido en un término de 24 horas. En tiempos normales, hacemos un conteo a la hora establecida e informamos si hubo o no lluvias. Lo que suceda a partir de ese momento lo avisamos al día siguiente. No puedes decir: ¡ay, se me olvidó y no anoté! Tenemos que ser muy responsables.

  “Cuando hay intensas lluvias o tormentas, huracanes…, la medición se ejecuta de manera parcial y de acuerdo con las orientaciones de la Defensa Civil, según la fase informativa, alerta o alarma ciclónica. Aunque llueva, hay que reportar; no podemos esperar el escampón”.

  Hay personas que miran con curiosidad el pluviómetro instalado al aire libre y en una pequeña elevación; sin embargo, los habitantes de la comunidad reconocen el trabajo de Reinalda, por qué está ahí, y cuando llueve, allá van raudos a indagar. “Al otro día pasan por aquí y me preguntan: ¿cuánto llovió ayer?; le confieso algo, ese equipo forma parte ya de los objetos familiares”, acota.

  “Como ves tengo mi reglita de hasta 50,4 milímetros y en estos modelos voy escribiendo las cifras que marca el aparato. Mira, esto se hace así —y explica con verdadera maestría—, quitas el embudo y la introduces en la probeta por algunos segundos (si de aguaceros constantes hablamos, y de derramarse el contenido hacia un depósito mayor, constaría la sumatoria de las cantidades del líquido una y otra vez vertido en el recipiente calibrado). De ahí haces la lectura. El equipo no puede tener interferencias y yo no dejo que arrimen animales, lo cuido como si fuera mío”.

  “Nuestra misión es muy importante, sabemos cómo se conforman los partes diarios de lluvia emitidos por ‘Aprovechamiento Hidráulico’, y donde, por supuesto, aparece la información ofrecida por quienes conformamos esta madeja de centinelas del cielo o de las nubes, como también algunas personas nos llaman. De ahí que puedan adoptarse medidas en la agricultura u otro sector de la provincia. También contribuimos a actualizar el banco de datos de precipitaciones de la provincia, y en mi caso, al cálculo de la lluvia media del municipio Cumanayagua.

  “Así cuando Rubiera habla en el segmento meteorológico en el Noticiero o cualquier otro compañero, y aclaran ‘cayeron tantos milímetros de lluvia en tal o más cual lugar’, enseguida pensamos: ¡seguro lo dijo un observador voluntario!”.

  Ríe con una mezcla de picardía y felicidad por formar parte de una red pluviométrica, la cual ya abarca 105 objetos en comunidades intrincadas, la mayor parte operados por 64 voluntarios de la lluvia y el tiempo.

 

 

Luga: La visionaria que siempre fue

Luga: La visionaria que siempre fue

  La conocí a finales de los ’80, cuando hacía mis prácticas de la carrera de Periodismo en el entonces diario provincial de Cienfuegos, Cinco de Septiembre. A la sazón, Lutgarda Balboa Egües, miembro del Buró Provincial del Partido —visionaria que siempre fue—, ya comprendía muy bien la importancia de los medios y poseía armónica relación con la prensa.

  Cada madrugada se llegaba hasta los talleres donde una desvencijada rotativa imprimía el cotidiano local, conversaba con los linotipistas y el reportero o el directivo de cierre. Intercambiaba impresiones en torno a los temas abordados en la edición que los cienfuegueros leerían a la mañana siguiente.

  Por la época mencionada ya Lutgarda, fundadora del Partido y de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), era una figura legendaria en el territorio, donde siempre se le ponderaba el arrojo patriótico de haber dirigido el batallón femenino de las Milicias Nacionales Revolucionarias durante la agresión imperialista por Playa Girón.

  Las mujeres por ella guiadas aprendieron a marchar y manejar el fusil. Realizaron guardias en centros de trabajos, ocuparon puestos laborales de obreros que fueron a combatir, sirvieron de enfermeras para atender a heridos nuestros y también a mercenarios enemigos.

  Amiga personal de Vilma Espín, a quien siempre le profesó gran admiración por su generosidad e inteligencia, Luga (como todos le dicen cariñosamente aquí), conoció a la heroína de la Sierra y el llano cuando tenía la misión de estar al frente del programa de los círculos infantiles en la provincia de Las Villas.

  Más tarde, esa relación se consolidó, al ser escogida por Arnaldo Milián, primer secretario del Partido del territorio para dirigir la FMC. De Vilma consideraría que "fue una persona de condiciones excepcionales, con una sensibilidad humana que sobresalía entre tantas cualidades: un paradigma en todos los sentidos".

  La oficina de Lutgarda, en la sede del Comité Provincial del Partido de Cienfuegos, atesora fotografías junto a Vilma y otros muchos dirigentes de la Revolución; así como múltiples reconocimientos por los resultados de una vida de entrega, compromiso y fe.

  Balboa, figura imprescindible del sistema de escuelas del Partido, además directora regional de Educación y responsabilizada con un número de misiones políticas imposibles de consignar aquí por su volumen, es modelo a seguir por las nuevas hornadas de cubanos.

  La mayor parte de los cuadros que hoy dirigen esta provincia en algún momento han reconocido el aporte de Luga en su formación.

  Cada vez que ha sido entrevistada, sus consejos a los jóvenes fueron los mismos: "Fidelidad; amor a la Revolución, al Partido, Fidel y Raúl; abnegación; exigencia; disciplina, trabajo; sencillez; compartir el problema del otro y ayudar a solucionarlo"

  El 26 de diciembre, Lutgarda Balboa Egües cumplió sus 80 años de vida. En Cienfuegos, el Partido, la FMC y muchos compañeros evocaron su trayectoria, en un encuentro provincial. Sé que ella acudió por deber; pues su natural humildad la ha hecho siempre algo escurridiza a los homenajes. Aun a sus 80, Luga continúa trabajando y creyendo. Lo hará por siempre; estoy seguro.

Palabras del homenaje por motivo de su 80 cumpleaños, celebrado el 26 de diciembre 2013

  Es probable que usted, tras leer, se sienta herida en su acrisolada modestia y sencillez. Mas apelando a otra de sus virtudes, la bondad, esperamos que nos dispense éstas que no serán frases de elogio sino verdades, y usted, martiana, lo sabe: "Sólo la verdad nos pondrá la toga viril", y porque "Honrar, honra".

  Pero no podíamos, querida Luga, dejar pasar inadvertidos sus ochenta años de fecunda vida junto a tantos cienfuegueros y cubanos que la admiran, porque han sido entregados totalmente a los demás, en la obra meritoria de la Revolución que ha entrañado en usted ejemplarmente, al asumirla en sus obras más maravillosas: la virtuosa labor pedagógica, el magisterio que ha sido toda su vida; la defensa de la Patria; la actividad creadora, formadora, en la Federación de Mujeres Cubanas, y sus 51 años entregados al Partido Comunista de Cuba.

  Todas desplegadas desde la base hasta la labor de dirección, con ese sello personal de ser humano excepcional, esencialmente educativa, de compañera y amiga, como tiene que ser un dirigente: muy comprensivo pero muy exigente; intransigente con lo mal hecho, pero sensible, incluso tierno, sembrador de ideas y de principios, en función del mejoramiento humano y la utilidad de la virtud, en cumplimiento creador de la obra de la Revolución.

  ¡Cuánto de usted tiene de bueno la Revolución en Las Villas y en Cienfuegos, sus lugares principales de desarrollo de su vida múltiple y valiosa!

  Cuando usted nace en Cienfuegos, en el seno de una familia obrera humilde, terminaba el año 1933 que tanto sacrificio patriótico y frustración dejó a los cubanos. La cuantiosa sangre de los revolucionarios y el sacrificio cruento del proletariado y campesinado cienfuegueros como parte del pueblo cubano, que logró el derrocamiento del tirano Machado, quedaba trunco, malogrado por la intervención del imperialismo norteamericano, una vez más. Acaso al nacer, asumió usted en aquel contexto angustioso, la savia vivificante, el espíritu rebelde, las virtudes patrióticas y antiimperialistas legadas por esa generación.

  Las enseñanzas primaria y secundaria, cursadas con profesores que supieron inculcar patriotismo y virtudes, así como el seno hogareño, la inclinaron hacia una de sus vocaciones que más influirían, gracias también a usted, en las generaciones siguientes, el Magisterio. Un magisterio que no fue sólo tarea u obligación laboral, fue rumbo de vida. Su vida toda será desde entonces un magisterio vivo que educa desde el ejemplo personal.

  Cuando los apremios económicos familiares hacen que abandone por un tiempo la enseñanza formal, ese mismo hecho que la obliga a abandonar su vocación para pasar a trabajar como empleada en el comercio cienfueguero, la hará razonar tempranamente sobre las desigualdades sociales y la vinculará ya decisivamente a las actividades revolucionarias.

  Su generación creció oyendo o presenciando las historias de las luchas obreras cienfuegueras en aquella etapa y las posteriores, en que sobresalían las históricas huelgas generales que paralizaban la ciudad pese a la feroz represión que causaba muertos, heridos y presos; vio con honda tristeza e indignación los desalojos campesinos y los desahucios urbanos de familias que no podían pagar la renta de sus parcelas de tierra o el alquiler de sus viviendas. Presenció abusos policiales contra jóvenes de su edad. Le dolió el sufrimiento de las niñas y niños, o mujeres que tenían que prostituirse, o ser explotados en casas de personas ricas que las obligaban a trabajar interminablemente por un salario mísero. Conoció a niños que pedían sobras de comidas en una latica sucia por las casas de la ciudad; supo de mendigos que dormían en los hermosos portales sureños, y prostitutas que colmaban bares y casas de la calle Casales. Sufrió las molestias y depredaciones de los beodos y pendencieros marines yanquis que llegaban a nuestro puerto y molestaban a familias en busca de prostíbulos… Eran recuerdos y vivencias de la década de los 50 que se agolpaban para hacer madurar a su generación.

  Acaso su desempeño como empleada del Ten Cent cienfueguero, una sucursal de la gran corporación norteamericana internacional de ese nombre, le sirvió para conocer más de esos mecanismos del imperio, así como descubrió Martí las entrañas del monstruo cuando vivió en Nueva York. Lo cierto es que usted vinculó su actividad laboral con las actividades clandestinas con el Movimiento 26 de Julio en Cienfuegos a partir del golpe de Estado de Batista de 1952.

  La sublevación del pueblo cienfueguero el 5 de septiembre de 1957 que la conmociona como a toda la población cienfueguera de entonces, afianzará su decisión radical. Será una generación rebelde y antimperialista que se sentirá moralmente obligada a cumplir todo lo que quedó pendiente de la batalla martiana por la independencia de Cuba, frustrada por la intervención del naciente imperialismo norteamericano, e inspirada por estos mambises del siglo XX que hacen renacer a los del siglo precedente.

  El advenimiento de la Revolución triunfante el primero de enero de 1959, cuando usted apenas ha cumplido sus 25 años de edad, la encuentra lista y dispuesta a participar en la nueva vida. En esa edad persisten ideas y anhelos muy románticos de poder participar en las luchas heroicas de nuestra Historia que usted enseñaba al abordar nuestras Guerras de Independencia. Ahora amanecía la oportunidad de realizarse en lo personal.

  El enemigo pronto empleó a fondo todo su poder y nos atacó de formas inimaginables, con prepotencia y odio. La Revolución, el pueblo cubano, tuvo que defenderse. Y se crearon las Milicias Nacionales Revolucionarias. Una personalidad como la suya, que perteneció a la generación que rechazó la inmoral politiquería seudo-republicana que traicionó los ideales martianos; una personalidad como la suya que creció con el sentimiento de la justicia social, que tuvo que ser fuerte y digna para sobrevivir, que participó en la lucha clandestina y vivió como fiesta personal la victoria de enero, no podía permanecer ajena a la nueva lucha reivindicadora.

  Y si antes se hizo maestra, ahora se hizo miliciana sobresaliente, tanto, que fue designada jefa del Batallón Femenino de Cienfuegos a fines de 1960. Cuando la Patria fue agredida en aquel abril de 1961, ese Batallón a su cargo cuidó a Cienfuegos para que los hombres pudieran tener bien seguras sus espaldas cuando peleaban en el primer frente contra los mercenarios del imperialismo en las arenas de Playa Girón. Podemos recordar nuestra ciudad totalmente a oscuras para evitar raids aéreos del enemigo despiadado, aquellos tres días con sus noches angustiosas, y aquellas mujeres armadas de tantas cosas sublimes, sin dormir, recibiendo sus instrucciones y sus consejos.  ¡Ah, las maravillosas milicianas cienfuegueras! Hoy las recordamos a todas al homenajearla a usted aquí, porque encarna la gloria y la grandeza de todas ellas.

  Después continuará, Luga, en 1962, el curso de la Escuela Nacional de Cuadros de Mando de la Defensa Popular, en La Habana, lugar donde se encontraba en los días gloriosos de la Crisis de Octubre. Será ese año el de su ingreso en nuestro Partido durante su constitución en el municipio de  Cienfuegos. Desde ese 1962 en que usted cumplió 29 años de edad hasta hoy, suman 51 años duros, gloriosos, como militante del Partido Comunista de Cuba. Militante y dirigente, de base y hasta el Buró Provincial, en Las Villas, primero, y en Cienfuegos después, tras la División Político Administrativa, como tenía que ser quien tanto tiene que enseñar y educar. ¡Cincuenta y un años admirables de legítima militante comunista!

  Paralelamente, en la década de los 60, cuando usted contaba de 26 a 35 años de edad, fue directora de escuelas secundarias, de tecnológicos, y directora regional de Educación en Santa Clara, y Directora Provincial de Círculos Infantiles en Las Villas. Fue maestra y fue creadora.

  Y porque era mucho lo que había que hacer y muy rápidamente, para erradicar tantas cosas malas que persistían en la sociedad, usted, querida compañera Luga, fue fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas, como siempre, desde la base hasta llegar a ser Secretaria General de la FMC en Las Villas desde 1967. También aquí en Cienfuegos, después, sería dirigente de   base y llegó hasta el Comité Provincial de la organización.

  Eran los años duros en que había que erradicar mucha herencia nefasta del capitalismo, más bien, de la neocolonia, heredada en nuestra Patria y no ausente de nuestra provincia y ciudad. Y usted encaró con energía e inteligencia, junto a tantas federadas excelentes, a quienes recordamos hoy, porque usted también las entraña, el combate contra siglos de discriminación de la mujer, hasta lograr su emancipación y su igualdad en la sociedad, labor que continuamos.

  Transformar la mentalidad de la mujer siempre explotada y discriminada, no fue tarea fácil, prepararla para las nuevas tareas, educarla pacientemente, sembrar ideas nuevas y enfrentar incontables prejuicios e incomprensiones. No resultaba una misión de caridad, sino una labor de educación para que ellas mismas se desarrollaran, aprendieran y se convirtieran en ciudadanas útiles y respetadas. Además, facilitarles el cuidado de sus hijos en instituciones como los círculos infantiles, erradicar los barrios insalubres, la prostitución, la falta de empleos, iniciar la vacunación de los niños, la educación para acudir a los hospitales a dar a luz criaturas sanas, comenzar la alfabetización… Era una tarea múltiple, dura, pero hermosa que la hizo feliz. Fue la suya una labor de dirección esencialmente educativa y no solo dirigió con persuasión y firmeza durante décadas, sino que fue una formadora de cuadros a su imagen y semejanza. Como siempre usted al frente en todo, incluidos los trabajos voluntarios para impulsar el desarrollo económico.

  A pesar de la enorme tensión y desgaste que representaban esas tareas, Luga siempre obtuvo tiempo para atender a su familia, a su amado René, en compenetración admirable, a atender y formar a sus dos hijos, y después a sus nietas y nietos que se idolatran. Nunca dejó para luego el amor y los afectos porque siempre actúa en el plano espiritual y sabe que en la casa, en el hogar, nacen las virtudes y se establecen los límites necesarios para vivir sanamente en sociedad. Ha atendido ejemplarmente a su familia y a la de muchas compañeras y compañeros.

  Ha llevado su ejemplaridad y su experiencia como delegada a casi todos los Congresos del Partido y de la Federación de Mujeres Cubanas que se han celebrado en nuestra Patria en que ha representado a nuestro pueblo con esa dignidad y ese sentimiento maternal que la caracteriza. Ha mantenido esa experiencia en tareas como directora de la Escuela Provincial del Partido desde 1987 y en tareas como asesora del Comité Provincial.

  Siempre ha cultivado, como estudiante, profesora, trabajadora, dirigente, revolucionaria, miliciana, militante, federada, la natural consagración, la modestia y honestidad, la solidaridad y el humanismo, el alto sentido de la responsabilidad, la consagración, la fidelidad a los principios, los valores ético-morales, y ese amor inconmensurable a Fidel, a Raúl, a su admirada Vilma, a Camilo, al Che, al más humilde de los ciudadanos que acudían a contarle un problema. Siempre su amor traspasó los límites de las instituciones porque el buen comportamiento, la ética y el amor tienen que estar dentro y fuera de los organismos y organizaciones.

  Lutgarda Balboa Egües representa el corazón de la familia cubana, de los espacios de la mujer, las niñas y niños; usted nos enseñó que la familia y la Revolución tienen que ser bien compatibles. Permítasenos representarla más que como una flor, como un árbol, porque acordes con José Martí: "La educación es como un árbol: se siembra una semilla y se abren muchas ramas".

  ¡Gracias, Lutgarda, por tantas ramas que ha abierto en nuestra Patria, en nuestra provincia, nuestra ciudad y en nuestros corazones! ¡Gracias, por tanta luz, por tanto ejemplo bueno, por tanto que su vida ha propiciado para los demás!  ¡Gracias, Luga, por tanta virtud, por tantos valores que necesitamos recuperar!

Una mujer entre verdes lazos

Una mujer entre verdes lazos

  La encontramos sin proponérnoslo. Sonriente, locuaz, se acercó al equipo del CINCO durante un recorrido por el lomerío de Cienfuegos. Bastaron pocas palabras para advertir en Sonia Hurtado Fernández esa vivacidad que anuncia un universo de vivencias y reflexiones a la espera de ser compartido en una amena conversación.
  "No me buscaban a mí, pero yo sí a ustedes; tengo asuntos interesantes por contar a la prensa", espetó con el desenfado propio de esta mujer, agrónoma, promotora cultural y sobre todo, eterna enamorada del verde imperante en el relieve accidentado que ha marcado sus días.
  Así supimos sobre su quehacer de "nunca acabar" en el asentamiento de Mayarí, de sus múltiples proyectos en pos de perpetuar la vida de los CDR y la FMC, rescatar segmentos de la historia cubana ligados a su localidad, fomentar valores universales en niños y jóvenes, o lograr una relación armónica de la población con el entorno.
  Usted es de profesión agrónoma y trabajó mucho tiempo como profesora. ¿Qué la impulsó a cambiar de actividad?
  "Lo hice por problemas de salud, míos y de una de mis hijas. Pasé a ser promotora cultural, hace más de cinco años, pero no abandono mi andar como docente. En las dos escuelas del asentamiento brindo constantemente mi aporte, pues pienso que cultura lo es todo.
  "Algunas personas creen que cultura es una lata, un palo y tres botellas de ron, pero no es así. Cuando yo visito, por ejemplo, la escuela de Mayarí con el propósito de acercarme al área cafetalera y saber cuáles son las afecciones de las plantas, eso también es cultura. Conversar un poco con los niños sobre los aspectos fundamentales de la educación formal, las actividades patrióticas, todo eso es cultura, y es cuanto hago".
  Muestra de su quehacer se palpa en el proyecto de formación vocacional diseñado para esos centros. ¿Respondía este a una necesidad de los educandos?
  "Sí. Tengo gran interés en el adiestramiento a nuevos agrónomos para las montañas, por la importancia de esta profesión para el desarrollo agrícola de la región. En mi opinión, embarrarse de suelo de vez en cuando no le resta prestigio a nadie, al contrario, cuando alguien con cierto nivel da el paso al frente, los demás lo siguen".
  Según su parecer, ¿cuáles son los problemas que todavía aquejan a la mujer del sector rural?
  "A mi modo de ver, urge rescatar las organizaciones a las cuales pertenecemos. Algunas se acercan a mí con el deseo de revitalizar la Federación y hoy estamos inmersas en esa tarea, porque realmente vale la pena. Otras dificultades se dan en los prejuicios y las conductas machistas aún imperantes en muchos hogares. Luchamos por eliminarlas, por convencer a las jóvenes sobre la necesidad de estudiar y corregir cierta tendencia a convertirse desde los quince años en amas de casa, por fomentar su educación sexual y responsabilidad dentro de la familia".
  Usted es una persona muy ocupada, lo percibo. Pero en su escaso tiempo libre, ¿qué le gusta hacer?
  "Bueno, en esos ratos yo me ‘escondo’ en casa con mis libros. Son momentos de autopreparación, pues como dije antes, cultura es todo y me gusta tener nociones sobre los temas a tratar en determinado momento. No pocas personas me consultan acerca del cultivo de flores, plantas ornamentales u otras especies, y para darles una respuesta acertada debo estar instruida".
  Cada vereda, plantación o inmueble en Mayarí conoce del bregar de Sonia por la zona a lo largo de más de cuatro décadas. No en balde se llama a sí misma "montuna", pues aunque ha tenido la oportunidad de mudarse a la región urbana prefiere permanecer allá, cerca de las nubes y alejada de la agitación citadina. "El color verde me encanta y el clima de aquí es muy agradable. Me ocurre un tanto como a la cebolla de la adivinanza, que dice: ’en el campo me crié, metida entre verdes lazos’. Para mí todo acá arriba es especial", asegura. (Por Yudith Madrazo Sosa)

Mujeres dentro de la marea verdeolivo

Mujeres dentro de la marea verdeolivo

Yanisleidy Bernal Crespo se insertó de manera voluntaria al Servicio Militar Activo.

   Alguien pudiera quedarse boquiabierto ante la presencia voluntaria de mujeres en el Servicio Militar Activo, pero las nueve féminas incorporadas al período de “previa” en el Centro de Preparación Básica del Nuevo Soldado en Cienfuegos, corroboran la pujanza de las cubanas y catapultan la alternativa militar como una de las opciones viables para las muchachas.
  Así piensa Yanisleidy Bernal Crespo, quien a los 18 años decidió enrumbar su vida vestida de verde y con aspiraciones de convertirse en una oficial de la Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). “Hemos aprendido bastante y para decirte la verdad no me cuesta trabajo adaptarme a esta rutina porque me gusta, estoy feliz de estar aquí. Además, los varones nos respetan y ayudan en todo momento”, aseguró Bernal Crespo.
  Ellas tienen su cuarto independiente y cuentan con la privacidad y comodidades vitales para una mujer. No reciben el mismo tratamiento de los hombres, aunque no significa que sean débiles, refirió el mayor Yuri Hurtado Abelarde, director de la escuela para los reclutas.   
  Algunas de las oficiales o sargentos en el propio centro u otras unidades de la provincia, resultaron del paso voluntario por el Servicio. Así encontraron la manera de enrumbarse profesionalmente y desmoronar una vez más el estigma sobre el sexo débil. (Por Alexis Pires)