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Evas al Sur: blog de la mujer cienfueguera

Cienfuegueras

JULIA GONZÁLEZ HERNÁNDEZ: Audaces manos que dan vida

JULIA GONZÁLEZ HERNÁNDEZ: Audaces manos que dan vida

  Julia González Hernández cada día engrandece con su sola presencia la magia de ser mujer. La fisonomía muestra a una recia campesina de manos cinceladas por difíciles faenas y piel curtida.
 Todos los días los duendes desandan inquietos las guardarrayas y los sueños desbordan caminos para volar más allá, donde un gesto audaz pone principio a la vida cuando nace la mañana.
 Ella amanece con el cantío del primer gallo de su patio y sale con el jolongo a cuestas, a recorrer los tres kilómetros y medio que distan de su casa hasta el centro de labor.
 Tiene una hija y sola mantiene su hogar. Y como dice, no siente cansancio "pues cada día al regresar pienso en lo mucho que agradecerán mis compatriotas el esfuerzo, las gotas de sudor que han regado los canteros o estas cicatrices de mis manos, las mismas que un día bordaron pañales y pañitos de cocina".
 Trabaja en las casas de cultivo protegido, de la Empresa Cítricos Arimao, ubicada en el municipio más montañoso de la provincia de Cienfuegos. Durante tres décadas, las tierras de la Cooperativa de Producción Agropecuaria Mártires de Cumanayagua conocieron de su entrega.
 Fueron muchos los quintales de viandas, hortalizas y granos que cosechó.
  Cuando pasó a tabacalera y ganadera, dejó una marca inconfundible. "Me pusieron a prueba un mes y me asignaron los trabajos más duros. Tenían miedo de que las mujeres fallaran; tanto es así que allí sólo había hombres, 48 en total. Primero fui a una nave de cultivo del melón, con el objetivo de seleccionar los mejores para la comercialización. Al culminar la jornada dejaba todo limpio y organizado; demostré que sí podía".
 "Ya en otra cámara, dedicada a lechuga y acelga, recogía dos toneladas en igual tiempo. Hoy, estoy en una de pepino y ají. En un año de labor los convencí porque nosotras somos capaces de muchas cosas".
 "El tomate iba bien, pero los huracanes y las lluvias nos hicieron  desmontar los techos y perdimos una cantidad grande de toneladas. Eso me dolió; ya las posturas estaban lindas y prometían una buena cosecha. En estos momentos, aunque existen tres naves sin techar, las sembramos de lechuga y acelga para garantizar los vegetales en esta etapa de frío".
 A Julia se le antoja comparar el trabajo agrícola con la crianza de los hijos: "Cuando una es madre los ve crecer, se preocupa por ellos, los cuida, les vela el sueño, cambia el pañal cuando lo mojan, no olvida la toma de leche de la madrugada".
 "Igual me ocurre cuando atiendo mis plantas. Siento revivir aquellos años; es como cuando la criatura crece, así vemos desarrollarse las posturas y la preocupación se hace mayor: si les cae alguna plaga, si la temperatura no es la más adecuada, cuándo realizar el riego y cómo podar para no dañarlas... Al hijo lo preparamos hasta que se hace hombre; a las plantas, las cuidamos hasta que son trasladadas hacia el mercado".
  "Mi padre me enseñó a labrar la tierra. Eso me reconforta y enorgullece. Las faenas del campo no matan a nadie, al contrario, te fortalecen. Llamo a todas las cubanas a que den el paso al frente en esta hora, cuando la agricultura ha sufrido tan duros golpes. Somos capaces de hacer mucho en el surco porque estamos llenas de amor".
 Semejante impronta le ha valido para figurar como miembro del Comité Provincial de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), en Cienfuegos.  "La FMC ha significado mucho para mí. Desde los ocho años, allá por la comunidad de Crespo, iba a los trabajos voluntarios en la recogida de caña, a pintar las vaquerías. Las federadas de allí me inculcaron el amor y respeto a esta organización".
 "Cuando cumplí los 14 fui financiera de mi Delegación de la FMC y, gracias a los cursos que daba la organización, me hice costurera y bordadora un año más tarde. Al entrar a formar parte de la cooperativa, me designaron secretaria general del bloque. Estoy muy contenta de que me eligieran miembro del Comité Provincial y de haber sido seleccionada como una de las ocho federadas más destacadas de la provincia".
 Al conversar con Julia González Hernández, se le puede presentir el pensamiento tras la solidez de las palabras. Así es la grandeza de esta  campesina que no aspira a más gloria que la de arrancarle frutos a la tierra, sin parar mientes en dolores ni sacrificios.

FELICIA NILA PERDOMO GOITIZOLO: “¡Aquí no quiero lágrimas…!”

FELICIA NILA PERDOMO GOITIZOLO: “¡Aquí no quiero lágrimas…!”

  Su estatura pequeña hace corpórea la figura de duende. Un duende que antes repasaba las calles de su natal municipio de Cruces, aquellas en cuyos ritos de fundación los molinos fueron protagonistas, para convertirse en uno de los elementos al que con frecuencia lo asociamos.
  A Felicia Nila Perdomo Goitizolo la conoce ese pueblo que ve transcurrir sus días sentadita en el sillón de la sala de su hogar, marcado con el número 107, del barrio Isla de Pinos, mirando la TV, “sobre todo los noticieros y las mesas redondas. Siempre estoy esperando noticias de Fidel y sus reflexiones. ¡Me gustaría tanto verlo de vez en cuando!”.
 Son casi cien años ya los que esta menuda mujer ha vivido. Por sus manos, hacedoras de virtudes, han paso incontables piezas de ropa, las cuales ella lavaba y planchaba para ayudar al sustento de la familia, compuesta además por sus siete hijos, de ellos tres varones y cuatro hembras.
 Corrían los duros años de la dictadura de Fulgencio Batista, y los hijos de Nila se involucran en las acciones por el 9 de abril de 1958. El Frente Obrero Nacional (FON), sección de los trabajadores dentro del Movimiento 26 de Julio, había llamado a la Huelga General, para propinarle un duro golpe al régimen batistiano.
  Tras una delación, la policía llega a la casa de Nila y se llevan preso a Carlos Pérez Perdomo, su hijo mayor. No se amilanó la madre; valiente, erguida, como la estampa de la Mariana de los Maceo, exclamó: “Aquí no quiero lágrimas…”; y salió junto a su esposo Roberto Pérez Rodríguez, obrero azucarero, y con quien compartió 89 años de su vida, hacia la Estación, en busca de su Carlitos.
  Da un vuelco atrás a las hojas de su abultado libro de vida, para recordar aquella mañana en que la Guardia Rural tocaba a la puerta de su hogar en busca de un retrato. Tanto Nila como su cónyuge eran seguidores de las ideas del líder obrero Jesús Menéndez Larrondo, quien fuera asesinado el 22 de enero de 1948 por un sicario uniformado al servicio del imperio yanqui.
  “¡Estamos buscando una foto de Jesús Menéndez que ustedes tienen aquí!”, me dijeron con gran prepotencia. “Vaya, y ¿desde cuándo tener una fotografía le hace daño al gobierno? ¿Dígame?”, les dije. “Por supuesto, mientras hablaba con ellos, mis hijos se encargaban de esconderla”, acota.
  Fueron muchos los volantes repartidos en su barrio en contra de la dictadura de Gerardo Machado, a quien Rubén Martínez Villena llamó “asno con garras”; y los bonos vendidos para ayudar al M-26-7 durante el cruento gobierno de Batista. Después, cuando la Revolución llegó triunfante para cambiarle el curso a su vida, y se incorpora a las organizaciones de masas, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), recién inauguradas.
  “Pero los yanquis no nos querían dejar en paz. Entonces, mis hijos Carlos y Rafael se marchan para la Limpia del Escambray, al lado de mi esposo. Allí les llevé avituallamiento a los milicianos que estaban en la zona de Güinía de Miranda hasta Algarrobo. Siento que ya los años no permitan continuar ayudando a la Revolución”.
  Sin embargo allí permanece como un símbolo para las nuevas generaciones de crucenses. La Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), junto a los CDR y la FMC le rinden homenaje a esta incansable luchadora, sencilla, humilde, serena, firme, valerosa. Llegarán pronto sus cien años y con ellos las distinciones 28 de Septiembre y 23 de Agosto, momento en el cual los vecinos agasajarán a su pobladora más querida: Nila.

LUISA ACEA LEÓN: Mujer con alas de mariposa

LUISA ACEA LEÓN: Mujer con alas de mariposa

  Son las mariposas irreverentes y gráciles, decenas de ellas dejan “congelados” a los muchachos del barrio, justo cuando más caliente se pone el partido de pelota improvisado en medio del campo. Trazando un vuelo irregular y azaroso, irrumpen en una tranquila calle, para posarse en un charco, una flor del jardín del vecino, o seguir de largo en busca de su propio destino. Ellas son como esos imprescindibles ángeles que le han nacido dentro del pecho de esta gran mujer, que como la magia de los cuentos de hadas o como esta historia de su vida, les pinto en el cristal de sus ojos para que puedan conocerla.
  “Llegué al mundo por manos de comadrona, un 25 de agosto de 1941, en mi propia casa de la calle San Luis, entre Santa Cruz y Santa Elena, en la ciudad de Cienfuegos, y la música me llegó a la edad de cinco años cuando mi madre, optó por regalarme un pianito de patas largas”, dice Luisa Rosario Acea León, mientras tararea la música que la remonta a sus recuerdos durante su feliz infancia, rodea del amor y cariño de sus más queridos seres.
  Luego, cuando cumplió 7 años aprendió los misterios del piano, enseñanza que duró ocho años, pues incluía teoría, solfeo, armonía, historia de la música, pedagogía y repertorio. De entonces a acá nadie puede hablar de la historia de la cultura cienfueguera si no se le menciona, porque Luisa es ante todo una promotora innata.
  Cumanayagua le abrió el sendero de sonrisa y luz, pues allí llegó con sólo 16 años, con cartilla, lápiz, papel y su farol para alfabetizar a los pobladores, para después laborar como maestra en la escuela Raúl Suárez, ubicada en la casa de Ramón Bermúdez, por la calle Mandinga. “Es en ese intercambio con los campesinos cubanos cuando se desenfrenó mi pasión por la guitarra, los instrumentos de música tradicional como las maracas, el güiro y las claves”.
  Sin embargo, es el acordeón su más fiel seguidor. “Es verdad, me acompaña a todas partes. Eulalio Gómez, Lalo, fue quien me descubrió sus misterios, y me enseñó a tocar la mandolina. Quiero que sepas que aprendí mucho en Educación, mis años de labor en ese sector me ayudaron a ser cada vez más organizada, disciplinada.”.
  Quiso la casualidad que el 14 de diciembre de 1964, fecha en que conmemoramos el Día del Trabajador de la Cultura, comenzara su fructífera labor profesional, como especialista de música y artes plásticas, en el Teatro Guiñol, como animadora, acompañante rítmico, en la confección del atrezzo y en varias ocasiones como actriz si era necesario.
  “Comencé a laborar como instructora de música y luego de enseñanza general, desde antes de la década de los 60, porque siempre me gustó formar a los niños y jóvenes. En los años 66-67 trabajé como profesora en la Escuela Provincial para Guías de Pioneros, situada en la carretera de Buena Vista, y colaboré con la formación de los niños del internado Octavio García, hoy convertida en la de Instructores de Arte, donde me desempeño ahora como pianista acompañante en las clases de baile.
  “Después, junto con Noemí Olascoaga, allá por los años 70, creé el coro de niños de 1ro. a 4to. grados en la Biblioteca Provincial, lo cual me valió importantes premios municipales, regionales y provinciales. En 1972 dirigí la Escuela Elemental de Música Manuel Saumell y en 1977 me traslado para el Sectorial Provincial de Cultura, para atender las escuelas de Música y Artes Plásticas, como coordinadora de enseñanza artística”.
  Muchas entidades del sector cultural guardan su impronta. La creación del grupo "Meñique" con los alumnos de preescolar en la escuela primaria Guerrillero Heroico, este grupo luego se llamó "Vocecitas de cristal" y luego "Chicuelos del Mar". Promovió un taller de guitarra, de donde nació "Cuerdas y Voces" y surgen el dúo Estrellita, Tríos y Trovadores. La incansable labor con los adultos mayores o con los niños del barrio, como lo fue la Brigada Artística Dionisio Gil, de Centro Histórico.
  Fue instructora voluntaria en el contingente Juan Marinello y ha recibido innumerables reconocimientos, entre los que destacan las distinciones Raúl Gómez García y 23 de agosto, de la FMC; el Premio Jagua (2000) máxima distinción que otorga el Sectorial Provincial de Cultura 2000; Premio Provincial de Cultura Comunitaria (2000), y Premio del Barrio (2001), otorgado por la Dirección Nacional de los CDR, y más recientemente, el pasado 18 de febrero de 2009, Premio Nacional Olga Alonso, por la obra de la vida, instituido por el Consejo Nacional de Casas de Cultura.
  "Esta vocación me corre por la sangre, es una herencia familiar, mi abuela, mi mamá y yo estábamos muy vinculadas a la cultura. Ahora son mis hijos, Rafael y Arlene, él guitarrista, ella vocalista del grupo Mano Franca; y mi nieta quien se prepara con el fin de ingresar a la Escuela de Instructores de Arte, todos ellos, junto a aquellos que me acompañaron a lo largo de mi vida me hacen muy feliz”.
  Lleva en su alma la música y ese sabor polifacético que la acredita como una gloria de la cultura cienfueguera, sin embargo, la grandeza de su espíritu resalta cuando la vemos entregada, en cuerpo y alma a esos niños que sufren alguna discapacidad.  “Son niños y niñas que olvidamos sin querer, que necesitan ser abrazados, amados, ellos quieren cocinar pasiones y caminar dando algo de comer al viento, algo que susurrar”, dice, mientras canta con ellos. Raulito, Keny, Lily, Yaidelín, Dany, Milaidy, Yamina, Vladimir, Mervin, Minelis, Rodney, Yoandry y Yosdelmis, esperan ansiosos cada martes y viernes. Les renace la vida y la esperanza cuando la ven llegar, halando el carrito en el que porta el acordeón o la organeta.   
  “Cuántas preguntas acuden a la mente humana cuando nos enfrentamos a estas personas. Sin embargo, la faena con ellos reconforta muchísimo, aprecio la oportunidad de intercambio con los padres, brindo apoyo a los que se enfrentan inicialmente al grupo, sobre todo en los aspectos relacionados con la atención y aprendizaje. Trato de dar lo mejor de mí. Trabajo duro, pero sin desanimarme. Eso los ayuda a no pensar, no sufrir, a no perder su identidad”.
  Va Luisa abriendo espacios en el mundo para hacer una vida inédita. Y esboza aquella sonrisa como diciendo "¡soy feliz, por lo que hago!". Ella está siempre bien humorada, llena de una gran paciencia, porque “jamás los cambiaría, aún si pudiera, por otros niños que caminen bien, hablen correctamente y lean. ¿Qué otro niño me conmovería tanto así?".
   No hay una pizca de banalidad ni de discurso hueco cuando habla, una y otra vez, ella se levanta, anda, camina en pos de las cumbres más hermosas: hacer de la cultura el alma y el espíritu de la nación.

HAYDÉE VILLAVICENCIO GARCÍA: Alegoría a la consagración

HAYDÉE VILLAVICENCIO GARCÍA: Alegoría a la consagración

  En un reparto de la ciudad de Cienfuegos, deshoja sus días, Haydée Villavicencio García, una mujer ajena a la inacción, cuya página de vida habla del esfuerzo y la consagración. Fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), pertenece al grupo de personas que despiertan el asombro entre quienes se asoman a sus más de cinco décadas de bregar al servicio de la Revolución.
Sobresale entre los cuadros colgados en las paredes de la sala de su hogar, una foto de Fidel Castro Ruz. "Al comenzar a dirigir la Federación en la provincia, Humberto Miguel Fernández me obsequió este cuadro del Comandante en Jefe para colocarlo en la puerta de la oficina. Él me dijo: ’cuando sientas que no puedes más, míralo y recobra fuerzas’. Significa mucho para mí. Por eso una vez cumplidas mis funciones, lo traje a la casa", comenta.
Frase a frase, el diálogo cobra cuerpo mientras se puebla de anécdotas y memorias. El haber crecido en el seno de una familia obrera, hija de un hombre muy revolucionario, militante del Partido Socialista Popular, marcó su formación ideológica, tanto como el ejemplo de ambos progenitores despertaron en ella el sentido de la laboriosidad, vigente en su personalidad hasta hoy.
"Yo estudiaba en la Normal para Maestros, con mucho sacrificio, pues mi madre era conserje, y mi padre, zapatero. Por las noches iba a la Escuela de Oficios. Mi mamá insistía mucho en la preparación por considerarla la única forma de abrirme paso en la vida. Vivía en una zona muy proletaria, cerca del Distrito Naval. Al triunfo de la Revolución, acababa de graduarme como maestra y no tardé en incorporarme al proceso", rememora Haydée.
Por aquellos años, la entonces joven educadora se trasladó para la montaña, donde tuvo la oportunidad de vivir la consolidación del naciente proyecto social de la Isla con la Limpia del Escambray. Incursionó en el pilotaje y luego en la Campaña de Alfabetización. Mientras laboraba en la Escuela de Formadores de Maestros en Topes de Collantes, estudiaba Pedagogía en la Universidad de La Habana, los fines de semana.
De regreso a la ciudad de Cienfuegos, pasó a la Enseñanza Secundaria hasta 1971, cuando resultó promovida al Buró Municipal del Partido. El año 1974 marcó el inicio de su desempeño como secretaria general de la FMC en la Perla del Sur, cargo que ocupó hasta 1989, si bien se mantiene todavía activa, pues encabeza la organización en su delegación.
Usted estuvo entre las fundadoras de la Federación. Hábleme de los momentos iniciales.
"Acompañé a mi mamá en el trabajo de agrupar a las mujeres. Al trasladarme a la montaña, ayudé en la captación de muchachas para el curso de Corte y Costura en la escuela Ana Betancourt. Lo primero entonces fue luchar porque las féminas se incorporan al trabajo y a los cursos de superación. Imagínate, en aquellos tiempos, sólo un 12 por ciento de la fuerza laboral de Cuba pertenecía a nuestro sexo y estaba vinculada en su mayoría al trabajo doméstico.
¿Cree que ha cambiado la esencia de la organización con el decursar del tiempo?
"La esencia iba cambiando con los avances del país. Del empeño por el ingreso al empleo y la superación cultural, transitamos a la lucha por la igualdad y la emancipación. Recuerdo que durante el Congreso celebrado en el ’80, combatíamos los conceptos machistas sobre el adulterio, tolerado para los hombres y condenado con fuerza en la mujer. Con las transformaciones sociales se ha modificado también la labor de la Federación.
"En el presente la agobian ciertas dificultades, como la poca participación de las jóvenes en sus tareas. Y esto se debe en gran medida a la falta de incentivos en el hogar, donde tienden a justificar la apatía y el estancamiento ideológico. Debemos lograr que la familia inculque a la nueva generación los principios por los cuales luchamos y cada cual aporte su cuota de esfuerzo a la consolidación de nuestro proyecto social".
El hecho de haber viajado por varios países de Europa, Asia, África y América Latina; y realizado investigaciones sociales para la Organización Internacional del Trabajo, revela a una cienfueguera plena de vivencias y conocimientos. Su avidez de ser útil, unido a la filosofía de "ganar dinero sólo trabajando", la llevó a incursionar, luego de jubilada, en la artesanía, la innovación científica y la labor comunitaria con niños, pacientes psiquiátricos y personas de la tercera edad. En la actualidad integra la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA).
¿Qué la reconforta más?
"El intercambio con niños y ancianos, ver cómo gracias a mis enseñanzas, cosechan los frutos de la creatividad y la búsqueda de información".
Miembro del Comité y del Secretariado Nacional de la FMC durante décadas, el quehacer y la vida de Haydée estuvieron liados, en apretado lazo, con Vilma Espín. ¿Cómo la recuerda?
"Vilma era una mujer de una inteligencia y una capacidad de trabajo enormes, pues además de fungir como Presidenta de la organización, colaboraba con el Ministerio de la Industria Alimentaria (recordemos se había graduado de Ingeniería Química). Pero su aporte mayor residía en el ejemplo. Poseía una modestia extraordinaria y mostraba un vínculo real con el pueblo para conocer sus problemas y cómo ayudar mejor a la familia, de la cual ella fue una gran defensora. Se preocupaba mucho por la formación de los niños y otorgó un empuje extraordinario a las relaciones internacionales. Por eso la Federación logró avanzar tanto. En los momentos difíciles de mi vida, siempre pienso en Vilma".
Vuelvo los ojos a la pared y otra vez acapara mi atención el cuadro de Fidel. Entonces formulo la pregunta: ¿Qué sentimientos le suscita?
"Hay gente que pasa y gente que perdura. Fidel perdura en el tiempo por su proyección, su tenacidad y su visión futurista". No necesita decir cuánto cariño le despierta. La emoción se torna acuosa en sus ojos.
Se despide con la misma afabilidad con la cual antes recibió a los reporteros. Entre tanto, la periodista se pregunta cómo abordar en escasas líneas a quien ha hecho.

ALEIDA CURBELO ÁLVAREZ: Con la Federación en las arterias

ALEIDA CURBELO ÁLVAREZ: Con la Federación en las arterias

 “La organización va conmigo, corre por mis venas”. Tales palabras abandonan la simple composición de una frase para convertirse en genuina expresión de lo que la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) representa para Aleida Curbelo Álvarez, secretaria general... del Bloque 12 B, perteneciente al Consejo Popular Centro Histórico, en Cienfuegos. Al arribar a los catorce años, Aleida inició una estrecha relación con el grupo femenil. La mayor muestra de lealtad y apego en ese vínculo radica en que nunca ha rehusado a desempeñarse en cargos de dirección, posición desde la cual contribuye a perpetuar su funcionamiento. Por su desempeño, Aleida sobresale entre las dirigentes de base en la provincia.
“Me gusta mucho este trabajo. No resulta fácil, pues debe realizarse en el poco tiempo libre que nos queda, pero es muy bonito. Esta labor nos une y convierte en una familia”, aduce Aleida, cuya profesión de educadora le concede talento para aunar voluntades en la comunidad.
¿Cuál es su fórmula para hacer que las personas respondan cuando convoca las tareas?
“Llevar las riendas de la Federación desde la base demanda mucho amor, persuasión, convencimiento y ejemplo. Aquí no puede haber imposiciones. Yo respeto mucho a mi secretaria de delegación, como una federada más. Participo en sus reuniones y acato sus decisiones. Y como cabeza del Bloque, visito a mis homólogas en las delegaciones para velar por el cumplimiento de las orientaciones”.
En la opinión de esta mujer entusiasta y comprometida, el quehacer dentro de la Federación debe ser sistemático y constante. “No admite espacios libres. De lo contrario, fracasa”, argumenta, mientras señala como una deficiencia del funcionamiento de la FMC la poca asiduidad de las reuniones.
“Resulta necesario que las dirigentes desplieguen más iniciativas y no esperen sólo por las orientaciones del municipio o la provincia. Urge buscar mujeres con el espíritu de Mariana, Celia, Haydée y Vilma que digan: la Federación está aquí, éste es tu momento de actuar. El VIII Congreso nos infundió fuerzas para continuar, pero sabemos que a Cienfuegos todavía le falta mucho por hacer”, considera Aleida.
¿Qué debe hacerse para lograr un mayor apego de las muchachas a la labor de la Federación?
“Considero eso depende en gran medida de los padres, especialmente las madres. No podemos aceptar, por ejemplo, que nuestras hijas jóvenes estén durmiendo mientras el resto de las federadas se reúnen. Si las progenitoras no sienten apego por la organización, difícilmente lo puedan inculcar a sus descendientes”.
Usted labora como profesora de Matemáticas en el Instituto Superior Pedagógico Conrado Benítez García. ¿Cómo se las arregla para llevar adelante una labor que demanda tanto tiempo junto con la dirección de un bloque de la FMC?
“Cuando una tiene deseos de emprender las cosas, lo logra. Y no sólo me dedico a eso; sino también comparto mis horas con las labores hogareñas, la artesanía, la poesía y la atención a mi nieto. Pero si haces en el día todo lo que te corresponde, puedes poner la cabeza sobre la almohada y dormir tranquila. Se trata de organizar el tiempo de manera que te alcance para todo”.
¿Qué representa Vilma para usted?
“El faro que alumbra mi camino”.
¿Cree posible la desaparición de la FMC algún día?
“No. Tendrá nuevos roles, porque resulta necesario su renovación a la par de los cambios en la sociedad. Pero no puede desaparecer. Representa la unidad de la mujer cubana. Constituye la fuente que nos dio la luz, la fuerza y, por tanto, está en nosotras hacerla florecer cada día, reanimarla con matices diferentes, pero manteniendo siempre su esencia”.

MARÍA ROSA GONZÁLEZ ORDÓÑEZ: Oficio para tocar las nubes

MARÍA ROSA GONZÁLEZ ORDÓÑEZ: Oficio para tocar las nubes

  Una grúa de puente, de varios metros de altura, va por los carriles una y otra vez; debajo se vislumbran los bloques que va “poniendo” la máquina que operan Yoan, Félix, José Manuel y Osmany.
 Parecía que María Rosa González Ordóñez nunca terminaría la rutina diaria. Entonces nos divisó y detuvo el ir hacia un lado, arriba o abajo del guinche, y descendió por la enorme escalera que la separa del suelo y la acerca un poco más a las nubes.   El aire se empeña en  vano en despeinar sus cabellos fuertemente atados sobre la nuca y cubiertos por un pañuelo doblado en forma de cinta, pero sí la obliga a entrecerrar los ojos. Una pequeña llovizna, casi imperceptible toca su rostro anunciando la llegada del nuevo frente frío. De edad madura, no deja de ser grácil esta mujer, que no lleva más adorno que una sonrisa que contrasta con la piel morena, quizá aún más morena por el sol que a diario la fustiga.  
 No resulta fácil trabajar durante horas expuestas al sol, al polvo, al viento y mucho menos a las alturas, con esa tensión propia que causa el saber que de nuestra habilidad depende en mucho la vida de otros y el cumplimiento de los planes económicos. Si en los hombres eso constituye un esfuerzo, por demás sinónimo de una gran voluntad, qué podemos pensar de esta mujer que venció al miedo y decidió un día montarse en una grúa.   Parca en su conversación, María Rosa explica que no fue sencillo el comienzo. “Pero conté con la ayuda de mis compañeros, quienes me dieron confianza, seguridad y aliento.
 “Cuando, María Coto Valladares -otra compañera que se desempeñó también en esas funciones- me expresó que hiciera el curso para gruera porque ella iba a retirarse, sentí un poco de miedo. Yo llevo 21 años aquí, en el Combinado de Prefabricado de Cumanayagua, pero nunca se me había ocurrido realizar algo parecido.¡Vaya, que le tenía miedo, me faltaba el valor para hacer este trabajo!  “En aquel momento yo era ayudante de producción, hacía muchas cosas dentro de la empresa; por ejemplo, la fabricación de celosías y por último estaba haciendo ‘duro fríos’, que no son más que piezas que sirven para el recubrimiento del acero y el cemento. Entonces, me dan la oportunidad de hacer el curso, en el que estuve unos seis meses.  “Quiero decirle que he venido superándome a los largo de todos estos años, pues empecé como auxiliar de limpieza, después trabajé en el pañol y posteriormente entré de ayudante en la producción.
 “Al principio me daba hasta un poco de mareo la altura; pero, bueno, tengo una máxima que de los cobardes nada se ha escrito. Ya hace dos años, aproximadamente, que estoy en esta función. Hasta ahora me va bien, a tal punto que pienso retirarme aquí. A veces siento muchas preocupaciones, las cuales me inquietan, porque la grúa tiene algunos problemas con los frenos.
 “Mira, para ser gruero, primero hay que tener la voluntad de serlo, no sentir miedo para trabajar en ella; segundo, exige requisitos indispensables, como son el dominio de la capacidad total de los elementos a cargar, de qué tipo son, cómo alzarlo, cuánto pesan, cuáles deben ser izados en un momento dado.   
 “También hay que conocer la técnica del equipo, porque puede ser que le coloquen una carga que tenga un mayor peso al que la grúa pude levantar, y estos equipos están certificados para determinados pesos, entonces, eso pude ser fatal, tanto para la máquina como para los compañeros que estén cerca de la misma laborando. Es necesario determinar si la eslinga con que trabaja está en buenas condiciones, si los rieles por los que transita están bien, si el guijo que hay echarle a los cables es el correcto, todo eso hay que dominarlo bien, así como darle el mantenimiento diario que lleva.
 “A eso súmale la inmensa responsabilidad de cuidar mucho al hombre, porque hay que estar pendiente del lugar en el cual están laborando. Me gusta estar al tanto de eso, que no se pongan debajo de la carga, porque, por ejemplo, ese lugar donde tienen ubicada la máquina de producir bloques es un poco peligroso, por eso siempre estoy hablando con el operador de la misma, señalándole que tenga precaución, y se fije si los frenos están bien o que si se van, se aparten rápido para evitar un accidente.  “Creo que por esas razones mis compañeros se sienten bien conmigo, incluso cuando han tenido que mandar a otro operador, por alguna razón, ellos me extrañan mucho. Y yo me siento muy satisfecha con ellos, conozco la condición humana que los distingue, su solidaridad, ese espíritu de trabajar hasta el final para cumplir las metas y donde las diferencias no existen, ni dirigentes ni obreros, aquí sólo hay revolucionarios.  
 “Además, mis tres hijos, Abel, Yeneidy y Yunieski, me ayudan, me entusiasman, se preocupan por mí, y no creas, también me preguntan qué siento cuando estoy en las alturas, tan cerca del cielo”.
 Casi sin percatarme le robé unos minutos a esta incansable mujer. Varios hombres esperan por ella para continuar con la faena de producir bloques para cualquiera de las obras de la batalla de ideas que se construyen en la provincia.  
 Observé en derredor y sonreí. Entonces pensé que Clara Zetkin estaba segura del cometido de las féminas en el mundo cuando expresó que incorporarlas a la a la sociedad y para la sociedad, constituye duplicar las fuerzas productivas. “Mucho más, decía, la libre participación de la mujer en todas las esferas de la vida social significa una más rica y variada calidad de las conquistas”.

LUTGARDA BALBOA EGÜES: Mariana de otra guerra

LUTGARDA BALBOA EGÜES: Mariana de otra guerra

  Extraordinaria mujer, incansable luchadora, madre, abuela, militante, revolucionaria. Decir su nombre es como evocar la historia más contemporánea de la Patria y de la región central del país. “Vilma Espín fue sencillamente una persona de condiciones excepcionales, con una sensibilidad humana que sobresalía entre tantas cualidades: un paradigma en todos los sentidos”.
Con esas palabras comenzó esta entrevista, Lutgarda Balboa Egües -destacada fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en Cienfuegos-,  mientras acariciaba con la mirada una foto suya junto a la destacada combatiente de la Sierra y el llano.
¿A la luz de estos 50 años, cómo recuerda los inicios de la FMC?
“En primer lugar, vale destacar que desde su fundación, nuestra organización tuvo como principal objetivo, dignificar la imagen de la mujer cubana y darle plena incorporación la sociedad. Recuerdo la incorporación de las mujeres a las tareas productivas y políticas, no siempre vista con buenos ojos por el machismo todavía imperante.
“Le debimos mucho a la confianza y la visión que siempre tuvo nuestro Comandante en Jefe en la fuerza femenina; en la admiración de Fidel por el amor, la entrega y consagración que ponían las compañeras en cuanta tarea nos encomendaba la Revolución.
“De mi experiencia personal, tuve el privilegio de dirigir el primer batallón de mil milicianas a raíz de la invasión por Playa Girón. Aprendimos a marchar y manejar el fusil. Hicimos guardias en centros de trabajos y hasta ocupamos puestos laborales de obreros que fueron combatir, servimos de enfermeras para atender a heridos nuestros y también a mercenarios enemigos”.
¿En qué circunstancia conoció a Vilma Espín?
“Déjeme decirle que la creación de los círculos infantiles fue una de las obras más hermosas de la Federación y a la que Vilma le dedicó toda su atención. Precisamente estaba yo al frente de ese programa en la antigua provincia de Las Villas, cuando tuve la oportunidad de relacionarme con la presidenta nacional de la FMC.
“Más tarde, la dirección del Partido, en la persona de su primer secretario Arnaldo Milián, me asignó la responsabilidad de la secretaría general de la organización femenina en el territorio villareño.
“Entonces, las propias funciones propiciaron un mayor acercamiento con Vilma. Para ella era un estilo de trabajo muy propio su vínculo con la base. Le gustaba mucho intercambiar, pero siempre escuchaba primero los criterios de cada cual. Por eso, además de las reuniones normales en la dirección nacional, nos visitaba con mucha frecuencia”.
¿Qué le ha entregado Lutgarda a la FMC y que ha recibido a cambio?
“Toda mi vida, mis esfuerzos y mis sueños. Pero he sido bien recompensada, porque no hubiera tenido la oportunidad de entregarme en cuerpo y alma a la Revolución de no ser por la Federación.
“Todas las mujeres cubanas le debemos mucho, mucho a nuestra organización. En primer lugar por el papel que hoy desempeñamos en la sociedad, ya como ministras, profesionales, internacionalistas, dirigentes, trabajadoras simples o amas de casa”.

EN LOS DÍAS DE GIRÓN

Durante los días de la gesta de Girón, Cienfuegos era una ciudad sitiada como otras de Cuba, como consecuencia del bombardeo llevado a cabo por aviones B-26 mercenarios contra los aeropuertos de Santiago de Cuba, Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños.
Quinientas mujeres, integrantes del batallón femenino de las Milicias Nacionales Revolucionarias cubrieron puestos en la defensa de la región. Lutgarda Balboa Egües, jefa de aquella compañía y actual colaboradora del Partido de esta provincia, recuerda hoy la abnegación de estas milicianas:
"El Cuartel General era en Santa Cruz y Prado; allí estábamos en la retaguardia, las mujeres habíamos dejado el hogar y los hijos, pero era imprescindible apoyar las acciones, Cuba era un hervidero de pueblo enardecido. Un altoparlante convocaba el combate por las calles y veíamos salir a los cienfuegueros, algunos sin tiempo para calzarse los zapatos, otros sin terminar de abotonar el uniforme.
"Nosotras cuidábamos puntos claves, como las plantas eléctricas; hasta allá en O’Bourke hacíamos guardia, otras cocinaban para los milicianos.
"También curábamos a los heridos, custodiábamos el hospital, hasta les conseguíamos piyamas y chancletas a los enfermos, era un trabajo muy lindo, de gran abnegación".
¿Usted entonces trabajaba en Educación?
"Sí, ese era mi trabajo; llegué a ser directora regional, pero junto a las otras milicianas estuve 75 días movilizada. Nuestra satisfacción es haber contribuido a gestar esta paz; no hubo aquí ni un sabotaje en esos duros días, desafiamos la contrarrevolución interna, fue un ejemplo de entrega de la mujer cubana".
El recuerdo de Lutgarda abarca el de las brigadistas que fueron a Girón:
"Hoy tenemos además la complacencia de haber apoyado a aquellas compañeras que apuntalaron el triunfo, que fueron a las arenas de Girón, donde la pólvora cometió el magnicidio, eran brigadistas sanitarias; entre ellas, Arminda, de Aguada, pudieron dirigirse al lugar de los hechos y allí dejar su huellas de heroísmo".
El Abril de Victoria labró el presente cubano y hoy fulguran las memorias, como homenaje al aniversario 48 de la proclamación del carácter socialista de la Revolución.
Entre los diplomas y certificados que atesora en su modesta oficina del Comité Provincial del Partido, nos muestra con cariño los más recientes recibidos: La utilidad de la virtud, otorgado por la Sociedad Cultural José Martí, y el sello Aniversario 50, a propósito del medio siglo de la FMC.

MALVEIS IGLESIAS DÍAZ: Pasión o el arte para vender

MALVEIS IGLESIAS DÍAZ: Pasión o el arte para vender

  Carismática, con una amplia sonrisa siempre en sus labios, dispuesta, ágil. Es tal la laboriosidad de esta joven de 28 años, que asombra, admira. De qué arte se vale para alzarse como una de las mejores cajero-dependiente de la corporación CIMEX resulta un enigma. Lo cierto es: si usted desea recibir un trato esmerado, dedicado, ¡vaya! de esos soñados, y de tan imposibles convertidos en utopía, busque a Malveis Iglesias Díaz, en el Mercado Paraíso, perteneciente al complejo La Francia Moderna, de Cienfuegos.
  “Soy así, alegre, me satisface tratar bien a las personas, saludarlas, orientarlas en sus compras. Mira, a veces llegan personas qué no saben lo que desean comprar, lo miran todo sin decidirse, es ahí donde los dependientes entramos al juego. Les sugerimos el perfume, jabón, champú, cremas…; incluso, llegamos a colocarles una pequeña muestra en la piel, porque los olores cambian en cada persona.
  “Si alguna línea es muy comprada, demuestra su aceptación, por lo tanto se la proponemos. Otros usuarios vienen con mucho dinero, pero no saben comprar, a esos también los oriento, guío… Quizá sean esas las razones por las cuales siempre me las gracias. ¡Ah, eso sí!, para mí es indispensable que el cliente se marche contento de la unidad, si no encontró lo buscado, al menos con algo similar o mejor.
 “A veces un producto se manifiesta con lento movimiento, bueno, lo cambio de lugar, o coloco en un sitio visible, le hago promoción de venta…, el resultado es maravilloso. Han llegado clientes a preguntarme ¿eh, y eso estaba ahí?, entonces, lo vendo”.
  Profesionalidad y entrega se conjugan en la muchacha. Cualidades apreciadas por los directivos de la corporación, pues cuando apenas llevaba un año y medio de labor, eligió ser madre. “Estaba de contrato en La Francia Moderna, pero decidieron dejarlo abierto, por lo cual pude regresar a CIMEX. Antes había trabajado en la tienda La Calzada. Al reincorporarme fui designada a Pastorita, y desde hace seis años, comparto alegrías, éxitos y reveses en el ‘Paraíso’”.
  Malveis ama a los animales; Cuco, su perro, es su adoración. “Quería ser médico veterinaria; soñé desde niña en atenderlos, cuidarlos… ¡No pudo ser! Comencé a estudiar para dependiente, en la escuela de Comercio, y gracias a una profesora, quien labora en Industrias Locales actualmente; aprendí a ser como soy. Ella me enseñó las características de cada individuo y a diferenciarlos en el trato”, acota.
  Asiste a los distintos cursos programados por CIMEX y a los diferentes eventos de presentación de nuevos productos al mercado. “Claro, eso es indispensable en el vendedor, conocer las particularidades de la mercancía, cualidades, recomendaciones en cuanto a horarios más factibles, tipos de pieles, cabellos…”.
  Tímida, gusta de bailar el merengue y le fascina el color azul, por aquello de la paz.  “Me encanta esta faena, es mi pasión poder lidiar con las personas, ayudarlas, verlas felices con su compra, percibir que he sido parte de esa alegría, de su satisfacción, en verdad, resulta muy reconfortante”.
  En el libro de quejas y sugerencias del centro aparecen muchísimas frases, como: “Estamos muy contentos con el trato recibido por la muchacha de perfumería”, “Ojalá el ejemplo de la joven del departamento de perfumería sea multiplicado”, “Maravillosa la gestión de la muchacha, tan alegre y afable que nos invita a regresar”…, y una se las lee y ella se sonroja.
  “El trabajo, junto a la atención de mi hijo Kevin, de 7 años, y la familia son muy importantes. No coloco límites ni en lo uno ni en lo otro. Si llega mercancía a la tienda, soy la primera en solicitarla, no escatimo el tiempo; la paso ordenando los estantes y siempre estoy dispuesta a cooperar con mis compañeros”, acota.
  El mercado Paraíso cerró el año 2009 con un cumplimiento al 112 por ciento en el plan de ventas, y mucho de ese logró puede atribuirse a la gestión de Malveis. Por ello, sus compañeros han decido proponerla como mejor trabajadora en el 2009, denominación alcanzada en otras oportunidades.